Caso resuelto.
¿Ya está todo claro, no? ¡Caso cerrado! En un grupo terrorista, hay dos elementos clave, lo que la poli siempre quiere detener principalmente: Los cerebros, y los artificieros.
La carne de cañon es muy fácil de renovar. Se puede perder, y con facilidad se repone para poder volver a la actividad. Pero unos organizadores expertos y competentes, y los que saben diseñar y montar las bombas, no. Si detienes a esos, has desactivado el grupo por bastante tiempo. Pero si no, no.
11-M. Caso resuelto. Sin cerebros y sin artificieros. Cojonudo.
Ahora resulta que la poli le dice a del Olmo, ese que si no va del ronzal de la policía, no va, que hay un terrorista detenido en Marruecos, “Hassán el químico”, detenido por montar las bombas de los atentados de Casablanca, que resulta que estuvo un tiempo en Valencia. Y resulta que algunos de los del piso de Leganés también estuvo viviendo en Valencia. Así que hay que interrogarle por si suena la flauta y fuera él el que montó las bombas del 11-M. Nadie de los supuestos de 11-M ha confesado nada de nada, pero, ¿y si esta vez suena la flauta, eh? 11-M. Caso resuelto. Estilo Al Qaeda. Sin terroristas suicidas (a pesar de lo que dijeran en su momento ZoPenco y la SER), con socios cristianos, y una banda de hampones y confidentes policiales. O sea, con todo lo contrario de las normas y costumbres de Al Qaeda. Caso resuelto, faltaría más.