La cloaca "tensa y dramatiza"
Carlos Martínez Gorriarán, en su blog de Basta Ya
Boicots y contra-boicot
¿Hace falta que te intenten romper la cara para que te saquen en televisión, por muchas otras cualidades noticiables que se tengan? En España la respuesta es sí. Le pasó ayer a Rosa y de paso a todos nosotros, UPyD. Las televisiones públicas y las grandes cadenas comerciales nos han dedicado poco tiempo en sus informativos, e incluso absolutamente nada en el caso de las tan mal llamadas públicas (como las public-school inglesas, que paradójicamente son escuelas privadas, cadena pública significa aquí cadena totalmente privatizada… por y para el gobierno de turno). Ha sido necesario que un grupo de rojo-fascistas (© Antonio Elorza) intentara impedir por la fuerza que Rosa Díez diera una conferencia en la Universidad Complutense para que TVE-1 se haya dignado dar noticia de la existencia de Unión Progreso y Democracia y del odio que ya nos tiene el fascismo rojo (natural: son primos-hermanos de la basura de Batasuna).
Pongámonos un momento en el cerebro de un hipotético ciudadano que sólo vea informativos de TVE-1, y procuremos entender cómo entenderá la noticia de la agresión contra Rosa Díez y UPyD. Pues le resultaría incomprensible, porque no sabría de la existencia de ese partido, ni de las posibles razones por las que un grupo de energúmenos sedicentemente estudiantes habrían querido privar del derecho a la palabra no sólo a Rosa Díez, sino a los más de trescientos universitarios reunidos para escucharle, y hacer preguntas y comentarios en el democrático coloquio subsiguiente. No sería muy diferente que los energúmenos hubieran querido boicotear a un peatón que pasaba por allí, puesto que para TVE ni Rosa Díez o su partido son materia informativa de ninguna clase. Excepto si se produce una agresión. En cuyo caso, TVE se presta a actuar como generosa caja de resonancia. A eso, antes, se le llamaba sensacionalismo, y se desaconsejaba vivamente –incluso se ha llegado a prohibir- si podía servir para estimular la emulación de conductas violentas.
Fijémonos en que para TVE y muchos otros medios no era noticia, en absoluto, que Rosa fuera esperada con expectación por varios cientos de universitarios en el remoto campus de Somosaguas, cosa que cualquier conocedor de la universidad española consideraría absolutamente inusual y extraordinaria, dado que no se trataba de un acto importante para la promoción de nadie en particular. Era, por el contrario, ¡un acto político, un evento cívico! Es decir, algo que no es noticia en absoluto para nuestros mugrientos medios públicos de comunicación, ni para las grandes cadenas que se disputan el gran grupo de espectadores más gregarios. Es obvio que si los rojo-fascistas no hubieran bramado y agredido, la conferencia no habría sido noticia. Tal es el grado de descomposición de la deontología informativa y del papel público de los medios que nos cuestan un ojo de la cara.
Por arte de magia, dirá alguno, el boicoteo rojo-fascista se convirtió en inopinado contraboicot. ¿Deberemos los candidatos de UPyD tirarnos de la torre de una iglesia con una cabra en brazos, o entrar a repartir propaganda en una herriko-taberna, para que los medios de comunicación que nos ignoran reparen en que existimos porque salimos en una ambulancia, y en lo sorprendente y noticiable de esa existencia? Los analistas al uso dirán que los boicoteadores eran unos descerebrados que, finalmente, han hecho un favor a UPyD, pero el problema es muy otro. Vean el cartel que adjunto abajo: es el que esgrimían las bestias rojo-pardas de la Complutense. Es todo un programa: detestan la democracia, van a por ella (tienen un gran publico potencial: recomiendo al respecto leer los increíbles comentarios colgados ayer en, por ejemplo, la edición digital de El País o de El Plural.com, “comprendiendo” la agresión). Y para divulgar sus ideas totalitarias se valen de la gratuidad –les sale gratis- y buena acogida informativa de sus ataques contra ciertas mujeres significadas, sean María San Gil, Dolors Nadal antesdeayer y, ayer, Rosa Díez. De qué partido sean estas mujeres es, me parece, anecdótico. El objetivo de sus agresores es la democracia y la apología práctica de la violencia. Y no son nada tontos: saben que los medios de comunicación que boicotean a nuestro partido no van, en cambio, a boicotearles a ellos, porque dan espectáculo. Atacar la libertad y agredir a sus defensores es, en efecto, mucho más divertido que respetar la democracia, tan aburrida cuando funciona. Por eso Hitler, Stalin o el recién jubilado Castro dan mejor imagen, comercialmente hablando, que sus víctimas.