La democracia, según el pesebre.
Tras el éxito democrático del debate callejero que mantuvimos el pasado jueves en la Plaza Isabel II de Madrid se han alertado todas las alarmas. El establisment (o sea, los partidos políticos establecidos, los que controlan el “cotarro” y quieren impedir la entrada en la política de otras opciones políticas) ha puesto en marcha la maquinaria para impedir que se escuche nuestra voz siquiera en la calle.
Los medios de comunicación dieron cuenta de la acogida que tuvo entre la ciudadanía la iniciativa de Unión Progreso y Democracia de darle la palabra a los ciudadanos para que hicieran preguntas a los candidatos y líderes de nuestro partido. Mikel Buesa, Álvaro Pombo, Fernando Savater y yo misma nos subimos a un estrado y dimos a los ciudadanos concentrados en la mencionada plaza madrileña la posibilidad de establecer un diálogo y de hablar entre nosotros. Los ciudadanos nos preguntaron nuestra posición sobre distintos temas, desde la inmigración hasta la apertura de farmacias, pasando por el empleo o la política lingüística. Y reflexionaron ellos mismos en alto sobre las cuestiones que les preocupan. Como dijo Álvaro Pombo: “Nosotros no damos mítines, damos conversación”. Democracia en estado puro.
A los partidos que controlan el sistema les ha entrado el nerviosismo. Y como ellos no están dispuestos a entrar en esa dinámica (prefieren hacer “debates” en las teles, debates en los que todo está medido, –hasta la humedad ambiental–; “debates” en los que sólo hablan para los suyos), han decidido quitarnos la palabra. Y la policía municipal de Madrid se presentó el sábado en el Retiro, buscando la Mesa en la que un grupo de compañeros de UPyD repartía folletos con nuestras propuestas políticas. Y nos advirtió que no teníamos permiso para poner esa mesa; y nos enseñó una resolución de la Junta Electoral Provincial en la que se nos prohibía hacer un acto el domingo día dos en el mismo recinto. La resolución que se nos mostró tenía fecha del día 25 de febrero y les había llegado el día 27. A nosotros no nos había llegado ninguna resolución, y así se lo comunicó nuestro representante. En ese momento el agente de la autoridad municipal nos advirtió –con crecientes muestras de indignación—que: “si se empeñan en montar el acto, llamaremos a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado para que se lo impidan”. Hay que ver qué celo el de los agentes; curioso que el sábado sí tuvieran permiso los que organizaron un mitin en Madrid que acabó en violentos enfrentamientos y con seis detenidos… Curioso también que ANV organice un mitin contraviniendo las órdenes del Juez Garzón y no pase nada…
Me cuesta entender el nerviosismo que les ha entrado a los unos y a los otros ante nuestra presencia. Debe de ser que aparecemos en sus encuestas como una fuerza emergente. O quizá es, tan solo, que no soportan la posibilidad de que haya alguien que se atreva a hacer política de forma autónoma, sin ningún tipo de complejo ni de hipoteca. Pero, más allá de la explicación sociológica o sicológica del por qué de esta actitud, lo cierto es que esta forma de reaccionar muestra hasta qué punto tanto el PSOE como el PP tienen una enorme dificultad para entender lo que es un sistema verdaderamente democrático. Ambos partidos vetaron mi presencia en el Programa de Tele Madrid “Madrid Opina”; llegando a plantear que si yo volvía a participar ellos no irían; por eso no he vuelto a aparecer en ese programa –del que era habitual– desde mediados del mes de diciembre.
Ambos partidos se benefician de un sistema que ellos mismos han organizado en el que resulta prácticamente imposible participar a quien no esté ya dentro. ¿Saben ustedes que enviar un mailing con los sobres y las papeletas de voto sólo en Madrid cuesta un millón de euros? ¿Saben ustedes que al partido que lo envía –porque tiene recursos y ya está en el sistema–el Estado le reembolsa después los gastos? ¿Saben ustedes que el setenta por ciento de los ciudadanos llevan el sobre con el voto desde casa? O sea, quien no está en el sistema, está vetado; y lo más sangrante es que quienes no podemos mandar las papeletas al domicilio de los ciudadanos pagamos con nuestros impuesto las papeletas que han enviado quienes han hecho las normas para repartirse el “cotarro” entre ellos.
¿Saben ustedes que existe una especie de “mafia del sobre”? La cosa consiste en que los partidos que ya están en el sistema saben con antelación que no cambiarán las normas sobre el gramaje y tipo de sobre; y encargan todos los sobres que necesitan antes de la convocatoria electoral. Los partidos nuevos esperamos a que se publique la norma y a que la Junta Electoral nos dé las indicaciones pertinentes; y cuando vamos a comprar los sobres nos dicen que se ha acabado el papel y que no nos los pueden vender. ¿Creen ustedes que con este procedimiento se cumple el artículo 23 de la Constitución, ese que proclama que todos los ciudadanos tienen el derecho a elegir y a ser elegidos en igualdad de condiciones? ¿Cómo entienden la democracia los partidos que gobiernan y son alternativa de gobierno en España? Bueno, pues por si todo eso fuera poco, ahora nos quieren quitar la voz incluso en la calle. A nosotros, al partido al que represento y a los ciudadanos. Porque tapándonos la boca, evitando que nuestras propuestas lleguen a los ciudadanos, también a los ciudadanos se les priva del ejercicio de un derecho constitucional básico: el derecho a elegir; porque difícilmente se puede elegir aquello que no se conoce.
El pasado lunes el Presidente del Gobierno, el hombre que más poder tiene en España (parafraseando a Rubén Múgica) despidió su intervención –en eso que se ha dado en llamar debate –con las siguiente palabras: “Buenas noches y buena suerte”. Los analistas políticos han recordado que esas palabras aluden a la célebre película norteamericana que denuncia la época del machartismo; y los próximos al PSOE han identificado esas palabras cliché como una apelación a la libertad de expresión. Pues este adalid de la libertad de expresión no ha dicho ni una palabra cuando nos han querido tapar la boca en las universidades; este adalid de la libertad de expresión no ha dicho ni una palabra cuando su mentor Felipe González se ha burlado de los hechos de violencia contra mi libertad de expresión que tuvieron lugar en la Complutense de Madrid; este adalid de la libertad de expresión es el Secretario General de un partido político cuyo Secretario de Organización, José Blanco, llamó días pasados al los dirigentes del PP para ofrecerse a “lo que haga falta” ante la aparición de UPyD en las encuestas.
¿Cómo entienden la libertad de expresión los que le preparan las frases al Presidente del Gobierno? ¿Cómo la entiende él mismo? ¿Tanto miedo les da que llegue al Parlamento un partido inequívocamente nacional, que no renunciará a vertebrar España, que no renunciará a defender la unidad de la nación española como el único instrumento capaz de garantizar la igualdad de todos los españoles? ¿Tanto miedo les da que UPyD se convierta en la clave para la gobernabilidad en la próxima legislatura? ¿Por qué están más cómodos pactando el futuro de España –o sea, de nuestros ciudadanos—con los partidos políticos que reniegan de ser españoles?
Pues, señores míos, les voy a dar una mala noticia: no vamos a permitir que nos amordacen; no vamos a consentir que se vulnere nuestro derecho a la libre expresión. Somos gente curtida en la lucha por la libertad, en la defensa de valores y principios que podríamos denominar prepolíticos: todos aquellos que constituyen derechos básicos, todos aquellos derechos que no son negociables. Algunos de nosotros llevamos media vida viviendo con escoltas para defender esos derechos; y para protegernos de los malos. Nunca creí que pudiera llegar un día en que tuviera que defender esos mismos derechos, nuestra Constitución Española al fin y al cabo, frente a los que se dicen buenos. Pero si así lo quieren, así será.