Estocolmo
Bien, vale, batacazo del PNV, y el PSOE arrasa en Vasquilandia Tremebunda. ¿Y eso que quiere decir? ¿Que la gente se ha despertado de repente menos nacionalista? ¿Que han comprendido, en un pronto que les ha dado, que el nacionalismo vasco es una aberración y un coñazo? Y eso ha sido por la gran labor educativa del PSOE, que les ha convencido.
Pues como que no tiene mucha pinta, ¿no?
¿Hay por ahí algún factor que pueda explicar esa diferencia? Sí; uno bien visible. ETA. Estocolmo. El votante que quisiera “calmar” a los asesinos y que el poder público llegue a alguna componenda para que dejen de matar tenía hasta ahora al PNV como referente. Con nueces o sin nueces, el PNV era el que parecía tener la llave de finalizar el terrorismo. Ahora no. De repente no. Por primera vez el PSOE parece dispuesto al trapicheo que pudiera satisfacer a los asesinos. Se lo parece a los etarras que es lo que cuenta. Y tiene en sus manos lo que los etarras piden. Así que, ¿que se puede esperar que vote nuestro ciudadano estocolmizado?
¿En un caso de secuestro, sería admisible que la policía consulte con el secuestrado lo que se debe negociar con los secuestradores?
Mientras hagamos como que esto es una sociedad normal, y normalmente libre, y como si el terror no tuviera influencia en las elecciones, tendremos una sociedad donde los terroristas influyen mucho más allá del número de votos que les apoyan. Y estaremos premiando el terrorismo. Y llegaremos a la grotesca situación en que el que gobierna, que es quien debería acabar con el terrorismo, pueda sentirse beneficiado en términos electorales por la existencia del terrorismo. ¿Llegaremos? ¡Quiá! Hace mucho que ya estamos en ello. Y no parece que vayamos a menos.