Calleja y la crispación.
El exaltado e intelectualmente marrullero José María Calleja defiende con todas sus malas artes al nuevo Rajoy. O mejor dicho, ataca con toda la furia a aquellos a los que llama “crispadores”. Y quien dice Calleja dice el ambiente ZP, porque Calleja solo es un depurado exponente de esa mentalidad. Pero el problema, cuando intentamos entenderles, es saber en qué consiste esa “crispación”. Porque nunca la definen, sino que se limitan a recitar la nómina de “cripadores”. La crispación nominativa. ¿Sacaremos algo en claro buscando el mínimo común denominador de esa nómina?
Veamos quien son los más destacados crispadores: María San Gil y Regina Otalola, Esperanza Aguirre y Jaime Mayor, Rosa Díez y Savater, Pedro J. y Jiménez Losantos. ¿Que tienen todos ellos en común? ¿La exaltación? ¿Son más exaltados que Calleja? Naina la vaina. Tampoco comparten enre sí la misma actitud ante la religión, ni la misma idea de la función económica del estado, ni opinan lo mismo sobre la tan discutida Educación para la Ciudadanía, ni sobre la política exterior (Irak, etc), ni en realidad sobre casi nada. Solo comparten (más o menos) la misma actitud ante el terrorismo etarra y ante el probema de la organización territorial de España. No aceptan que haya que “dialogar” con el crimen, y no aceptan que el peculiar sistema electoral español, más el estado autonómico indefinido y de tira y afloja sin fin, resulten inevitablemente en cesiones inacabables del interés general a la coña localista.
Porque crispar no tiene nada que ver con una actitud o forma de hacer las cosas. Para Calleja crispadores son doscientos exaltados que se manifiestan contra Rajoy en Génova, con frases ciertamente bestias, pero no miles de exaltados que rodean sedes del PP por toda España en una jornada de reflexión, con sloganes ni un milímetro menos bestias que los de los anteriores. Para Calleja, Rajoy es crispador o anti-crispador, según trague más o trague menos con las tesis que le gustan a Calleja. Y por supuesto para Calleja, Calleja es el menos crispador del mundo, incluso cuando le dice por televisión a Isabel San Sebastián que ella “defiende a la derecha golpista” y que “engorda a ETA”.
Calleja es cojonudo. Y si Calleja está defendiendo a Rajoy, no necesitamos más para saber si Rajoy lo está haciendo bien, o lo está haciendo mal.
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