Erramun Osa. Lo que entienden los nacionalistas vascos por libertad.
Nacionalistas vascos, euskalerrianos, vasquilandistas, llámeseles como se quiera. O Erramun Osa, que va de moderado y comprensivo, como ejemplo del espíritu, no de un pueblo, sino de una abominación.
Salía ayer un artículo de M. Emparan en la web local de UPyD [–>] hablando de la aberración lingüística vasca, donde traía la siguiente perla del susodicho Erramun, director de coordinación de la Consejería de Política Lingüística del Gobierno Vasco:
Existen quienes preconizan una especie de liberalismo lingüístico. Que las personas elijan. Cuando dicha aseveración no es cierta, ya que muchas personas en nuestro entorno sólo pueden desenvolverse en castellano, y no pueden, por lo tanto, elegir en qué lengua expresarse, por lo que condicionan la opción de aquéllas que, siendo bilingües, no tienen más remedio que utilizar el castellano.
Y el gachó insiste:Las lenguas no son sujeto de derechos, son los hablantes, las personas a quienes se reconocen los mismos. Pero he aquí una de las paradojas objeto también de debate: toda persona necesita de otra para poder comunicarse; por lo tanto, el ejercicio de los derechos lingüísticos individuales condiciona el de los demás, y viceversa.
¿Derechos lingüísticos? ¿Qué sois los nacionalistas, máquinas de derechos inventados para vosotros mismos, y máquinas de suprimir los derechos de toda la vida de los demás? Los nazis históricos también tenían sus curiosos derechos. El derecho al “lebensraum”, por ejemplo. ¿Por que será que siempre acabáis trayendo a la memoria lo mismo? ¿Será por vuestra afición nazi de inventaros “derechos colectivos” para con ellos abusar de los derechos individuales? Te voy a hablar de un derecho, ya que te va el tema: el derecho a meter en mi cerebro la lengua que me de la gana mí, y no la que te de la gana a tí. ¿Qué te parece ese derecho? ¿Mi cerebro es mío, o va a ser tuyo?Se puede comprender que para un nacionalista vasco entender el fenómeno de la lengua, algo tan tardío en la evolución animal, puede ser problemático. Pero tal vez Erramun lo entienda mejor si reconvertimos su ejemplo en algo más primario y fácil, como por ejemplo el sexo. Y en efecto ocurre que así como es frecuente entre humanos que tanto a jovenes como a vije@s, a fe@s como a guap@s, les relulten sexualmente atractivos l@s jóvenes y guap@s, a l@s jóvenes y guap@s es frecuente que no les resulten lo mismo de atractiv@s l@s viej@s y l@s fe@s. Y por tanto unos pueden elegir entre todo el espectro, y otros no tanto. Falsa libertad sería, según la tesis Erramun, la de que folle cada cual con quien quiera y se deje. Porque los atractivos sexuales están desequilibrados. ¿Solución? Una sana política sexual que revitalice a la parte menos favorecida de la población: la violación con permiso, ¡que digo!, por imperativo legal.
- ¿Erramun, y qué haremos cuando a Quasimodo le de por fijarse en tí? ¿Habrá que atender sus derechos lingüísticos, perdon sexuales, o no?
Porque mira lo bien que queda tu argumento: “Pero he aquí una de las paradojas objeto también de debate: toda persona necesita de otra para poder (follar) ; por lo tanto, el ejercicio de los derechos sexuales individuales condiciona el de los demás, y viceversa.” ¡Pues claro que los condiciona, merluzo! Pero la solución no es la violación. La solución es que si no encuentras compañía sexual, te casques una paja. O que hables el idioma de los demás, y no que obligues a los demás a practicar tu particular pervesión, digo lengua.
Es la esencia de la idea de la libertad de los hijos de Arana. Mi “libertad lingüística” consiste en que tú atiendas mis caprichos lingüísticos. Y la tuya consiste en que te jodan.
Y encima el Erramun este va de moderado. Pide que se pueda debatir la política lingüística. Pero es un moderado bastante cuco, porque, ¿en qué consiste el debate? En que se pueda hablar sobre la velocidad y el ímpetu de la violación, perdón “normalización”, pero no en que se pueda hablar sobre la conveniencia o aberración de dar por supuesto que todo el mundo tiene que ponerse a revitalizar una lengua innecesaria y marginal, quiera o no quiera, porque resulta que los nacis tienen ese capricho. Merece la pena ver el erramunartículo completo [–>].
Y merece la pena señalarle e Erramun su falacia, que parece que no se entera: cuando empezó la aberración de la “política lingüística” y la “normalización” de la anormalidad, no había en el País Vasco una población significativa que necesitara del vascuence “para exteriorizar sus pensamientos, proyectos, deseos y preocupaciones”, porque todos lo podían hacer en español. Luego el vascuence no era una necesidad para nadie, sino un capricho. Y la “meta” de crear una sociedad artificilamente bilingüe tiene tres problemas insuperables:
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Que no es una meta por la que merezca pagar el precio que se está pagando.
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Que ni siqueira nos creemos que sea la verdadera “meta” de los nacionalistas, que se han caracterizado desde que nacieron por engañarnos con todas y cada una de las “metas” que nos han pretendido vender, para, llegados a esa meta, colarnos de birli birloque otra “meta” que al principio no era. La mentira pemanete, amigo Erramun, acaba pagando un precio. Y el precio es que jamás os creeremos cuando habléis de “metas”. O de lo que sea.
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Y sobre todo: que no nos da la gana. ¿Vale?