No es una imposición.
Eso dice un fenómeno del gobierno vasco sobre la nueva ley que obliga a tener quien atienda en vascuence en todos los negocios salvo los más pequeños.
Lo de siempre; si uno del PNV le da una patada en los huevos a Antonio Aguirre, eso no es una agresión, sino una provocación de Aguirre. Y si te imponen en qué lengua debes de atender en tu negocio, no es una imposición, -¡que cosas tienes!-, es solo facilitar a los nacionalistas que sus caprichos lingüísticos sean atendidos.
Y para que quede bien claro que no es una imposición -¡a quien se le ocurre pensar eso!-, la norma establece que las empresas que cumplan recibirán un certificado de calidad, un sello que asociar a su imagen. Como las barbaridades de los nazis contra los judíos aún levantan ciertas protestas, nuestros particulares eusko trogloditas se creen muy sutiles al inventar la marca judía inversa: en vez de marcar a los gaseables con un sello infamante, marcan a los que no los son con un sello protector, y se distingue lo mismo de bien. Y así lo “chicos de la gasolina” (Arzalluz), esos que practican “tácticas modernas de luchas de minorías contra mayorías” (Egibar) lo tendrán mucho más fácil cuando practiquen su herramienta política favorita: el asesinato. Después de todo “quien no se sienta nacionalista y ame a lo suyo, no tiene derecho a vivir” (el angelito Maqueda –>).
Pero no se preocupen ustedes, que no es una imposición, como explica el genio cuyo nombre no he oído bien. Debe tratarse tan solo de recoger las nueces con mayor comodidad.
°¿°