Resultado del caso 11-M
Se acabó definitivamente el juicio, tras su paso por el supremo. No hay nada más que investigar, según Pío García Escudero (PP), y según el PSOE y resto de cordón sanitario, ni te cuento. De UPyD, no se sabe nada.
-¿Y qué es lo que sabemos? ¿Quien ha sido?
Un grupo terrorista islamista, que puede considerarse independiente en la medida que ha sido identificado (T. Supremo).
- ¿Oiga, y no convendría identificarlo al completo? ¿Quien ha sido identificado de ese grupo?
Tres fulanos: Jamal Zougam, Otmán El Gnaoui, y Emilio Suárez Trashorras. Y además sabemos que «al menos algunas» de las personas que se suicidaron en el piso de Leganés participaron en los atentados (T. Supremo).
- ¿Cuantas de ellas?
Ni idea. Es una lástima, pero no se puede juzgar a los muertos, ni por lo tanto se les puede someter a una acusación y una defensa. Ni se pueden examinar las supuestas pruebas con el principio de contradicción. Hay que joderse. Solo sabemos que algunos de Leganés sí, pero todos no.
Y aún así tenemos un problemilla, Houston. Solo hay un condenado por poner las bombas en los trenes, J. Zougam. Y resulta que ha sido condenado por dos reconocimientos, seleccionados entre cuatro. Y de los cuatro, los otros dos eran incompatibles con los dos elegidos. Y resulta, agárrate, que vienen curvas, que no se ha demostrado la participación de Zougam en la estructura del “grupo de Leganés”, por el sencillo motivo de que no tenía relación con ese grupo. También les vendió la tarjeta telefónica de la mochilla de Vallecas. Vendió,- ¿entiendes? De comprar y vender, con pasta por medio, en su tienda. Las tiendas tienen eso: que venden.
Si es por reconocer, también había sido reconocido Basel Ghalyoun, por una señora, fuera de toda duda. 38.000 años de cárcel pedía Olga ValeYá y el resto de la fiscalía. Pero, ¡oh casualidad! y ¡oh sorpresa! esa señora contó en el juicio que lamentablemente había una equivocación. Sí, recientemente había leído un libro sobre el 11-M, y en él salía una foto de otro moro, y ese sí era el que ella vió en un tren -de verdad de la buena-, y no Ghalyoun. Suerte para Basel Ghalyoun, porque ademád el T.S. ha descartado las otras pruebas que sí le valieron a Super Ber para condenarle por “integración en célula terrorista”, y le ha declarado inocente.
¿Normal, no? ¿Quien puede tomarse en serio unos reconocimientos de alguien cuya foto está todos los días en las portadas de los periódicos y los telediarios? Pues la justicia española, supremo incluído. ¡Al trullo con Zougam! Aunque no tenga nada que ver con el resto de la supuesta trama, que sigue siendo supuesta porque al estar muerta no se la puede juzgar. Por gilipollas; por haberse quedado esperando en su casa a que vinieran a detenerle, cuando de haber cometido los atentados no habría tenido ninguna duda de que le buscaban, por culpa de la tarjeta telefónica de la mochila de Vallecas que ya era conocida el día anterior a su detención. Pero claro, ¿quien es el juez capaz de soltar al único acusado de poner las bombas?
Hay un montón de “curiosidades” en la sentencia de casación del supremo. No se pueden señalar todas, son demasiadas, pero ya que estamos con la indeterminada composición de esa célula terrorista independiente, habrá que mencionar a Abdelilah El Fadual. En el juicio quedó claro que ese grupo de Leganés, fuera una célula terrorista o fuera una banda de chorizos del tres al cuarto, tenía como jefe a Jamal Ahmidán (el Chino). Y que su lugarteniente era Abdelilah El Fadual. Eso quedó fuera de duda. Abdelilah era el compañero, el perrito faldero, el chico de los recados, el consejero, el que le sustituía cuando estaba fuera. Así que el gran Bermúdez le encasquetó 9 años. Es lógico, según la lógica de Bermúdez. Si una banda ha cometido un atentado (aunque no sea necesario probarlo porque la banda está muerta), se deduce y con eso basta que el segundo de la banda será parte de la banda. -Digo. Pues 9 años por pertenencia a banda armada. El T. S. dice que no son formas, y que inocente. Desde luego que no son formas, pero no desentonan nada del resto de la sentencia de Bermúdez. Como la gracieta esa que ya comentamos de como comienzan los hechos “probados” de la sentencia del Gran Bermúdez; el primer párrafo, para la historia:
HECHOS PROBADOS
Sarhane Ben Abdelmajid Fakhet, Jamal Ahmidan, alias El Chino, Mohamed Oulad Akcha, Rachid Oulad Akcha, Abdennabi Kounjaa, Asrih Rifaat Anouar, Allekema Lamari y una octava persona que no ha sido identificada, junto con otras que se dirán, en la mañana del día 11 de marzo de 2004 colocaron, en cuatro trenes de la red de cercanías de Madrid, trece artilugios explosivos de iniciación eléctrica compuestos por dinamita plástica y detonador alimentados y temporizados por un teléfono celular o móvil.
Ya comentamos en su momento que estos “hechos probados” (y otros) no se probaban en toda la sentencia, sin necesidad de ser jueces. El supremo dice ahora que: “al menos alguno de ellos”; una forma de decir que no se puede señalar ningún nombre. ¡Con lo bonito que le había quedado a Super Ber!
En fin, que a esto le llaman un éxito de la justicia.
En resumen. Trece bombas. Un condenado por ponerlas, y un número indeterminado entre uno y siete a los que se les encaloma la suposición de que debieron ponerlas. Pues a mí me faltan cinco, cuando menos. Y me faltan los motivos, y la organización, y los conocimientos, y la capacidad técnica. ¿Qué, estamos buscando a esos cinco, o no los estamos buscando? ¡Pues que lo digan, coño!
Un éxito, en efecto. Un autor (de aquella manera), y un número indeterminado de suposiciones. Eso es lo que hay.
Nota: Algunas acusaciones de víctimas del terrorismo han pedido la práctica de pruebas adicionales en la Audiencia Nacional. Por ejemplo respecto a los famosos explosivos. La fiscalía se niega. ¿Total, para que? ¡Vale ya!
Nota bis: Para mí este juicio ha sido una gran lección. He comprendido que la justicia española es algo de lo que conviene reguardarse. Porque si esto ocurre en un juicio que está mirando el mundo entero, qué no pasará en todos los demás, de los que nadie se entera. Y de la prensa, mejor ni hablar.
Nota tris: Un pequeño detalle que puede pasar inadvertido. Solemos hacernos el siguiente esquema, muy de película de vaqueros con grupo de linchamiento, etc: Si la policía detiene a alguien (sus motivos tendrá), y ese alguien es reconocido por un testigo junto al lugar de los hechos, no le des más vueltas al reconocimiento, porque no van a ocurrir los dos errores simultáneamente. El de la poli, y el del testigo.
Esto es falso en general, y más en este caso. Por dos motivos: por Zougam, y por la publicidad. Zougam es el perfecto caso del “sospechoso habitual”. Sospechoso por costumbre, vamos. Por comodidad. Ya había sido detenido otras veces, sin que ningún juez aceptara las pruebas presentadas. Así que no se trata de un error de la policía, sino de una costumbre de la policía. Y la publicidad, claro. La foto en los telediarios. Entre cientos de testigos, ¿como no va a haber varios que elijan esa foto, perfectamente incrustada en la memoria?
Una pena que el abogado de Zougam no se atreviera con una estrategia arriesgadamente creativa. En vez de haber atacado a todos testigos que reconocieron a su cliente, hubiera podido dedicarse a aplaudir y a reafirmarlos sin discusión. Y SuperBer hubiera tenido que dar como hecho probado que Zougam estuvo en tres trenes distintos simultáneamente. Tal vez eso, tal vez, hubiera representado un problema para el supremo, que parece hilar más fino. Pero claro, a toro pasado …
Y un añadido de última hora: Inevitable poner este párrafo de la carta dominical de Pedro J de hoy, tan al caso:
En la página web de ese centro universitario de Illinois ( el Centro sobre Condenas Erróneas de la Facultad de Derecho de la Universidad de Northwestern), bajo el epígrafe Causas y remedios, se afirma taxativamente que «las identificaciones equivocadas de testigos oculares, tanto cuando son de buena fe como fruto del perjurio, son la principal causa de condenas erróneas en el sistema judicial de los Estados Unidos». Y se añade: «Nunca sabremos la dimensión del problema de los testimonios erróneos porque sólo es visible en los contados casos en los que después puede acreditarse la inocencia».
Entre las soluciones se propone una regulación legal de las diligencias de identificación durante la fase de investigación de un delito, de forma que entre otras cosas no se puedan desplegar series de fotografías con una más grande que las demás o con una siempre en primer lugar, como ha ocurrido con Zougam.