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Original: http://plazamoyua.com/2008/09/05/articulo-4/

2008-09-05 - publicado por: soil

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Artículo 4

Contestaba ayer Savater en El País –> a los ataques recibidos por el manifiesto por la lengua común. Se recomienda leer –>. Pero, en plan rápido, señalo una cosa. Defiende el sabio profesor que “Invocar este derecho (a usar el español quien lo desee) no es una reminiscencia franquista, salvo para quienes han olvidado lo que estipulaba la Constitución republicana de 1931 en su artículo 4 (bastante más perentoria y nítida al respecto que la actual).”

Se olvidaba, en cambio, y pensando tal vez que todos tenemos su cultura, de reproducir ese artículo 4. Y merece la pena:

Artículo 4. El castellano es el idioma oficial de la República.

Todo español tiene obligación de saberlo y derecho de usarlo, sin perjuicio de los derechos que las leyes del Estado reconozcan a las lenguas de las provincias o regiones.

Salvo lo que se disponga en leyes especiales, a nadie se le podrá exigir el conocimiento ni el uso de ninguna lengua regional.

Aquí queda, el artículo 4.  En la esperanza de que ZP, incluso tal vez el Patxindakari, el Montilla, y toda esa tropa que suspira por la república del 31, se tropiecen con él. Se hostien con él, quiero decir.

Y permitidme fusilar el último párrafo de Savater, clarividente radiografía del asunto:

Con todo, hay algo de verdad en la teoría de los "apaños": es cierto que en las comunidades bilingües los ciudadanos conviven y se entienden con pocos roces en las lenguas co-oficiales. Los problemas vienen cuando allí se legisla de tal modo que esa armonía se rompa para obstaculizar institucionalmente el derecho a usar una de ellas. Porque el busilis de la cuestión no es el bilingüismo, desde luego, sino el biestatismo que los nacionalistas pretenden imponer en sus autonomías. Es decir, que haya dos Estados superpuestos, el local que ellos controlan más y más, junto al general que soportan y al que sólo acuden cuando esperan beneficios. En tal empeño biestatal, la marginación de todo elemento común con el resto del país -empezando por la lengua- es una herramienta esencial. Como esencial resulta para quienes pensamos de otro modo oponernos a tal tendencia y denunciarla. Se trata, en efecto, de una cuestión política, como con rara clarividencia han señalado algunos de nuestros críticos...