Y el daiquiri aguantó.
15 de septiembre. La apuesta simbólica que los sensatos escépticos lanzaron a los alarmistas algoreros se cierra. El hielo del Ártico llega al mínimo del año, y empieza a crecer. Y no ha pasado nada. No hemos dado el gran salto de no retorno hacia un Ártico sin hielo, como tantos decían. Y la mar no está llena de cadáveres de osos ahogados por falta de casquete polar sobre el que aguantarse. No hay mucho menos hielo que el año pasado, como pronosticaron, sino algo más. Poco, pero algo.
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Total, una tontería. ¿Porque sabe alguien si en anteriores interglaciares desaparecía el casquete polar norte o no? ¿Sirve entonces lo que pase en el hielo marino como comprobación de si la situación es natural, o la está cambiando el CO2? No parece. Más bien parece que esto del hielo es otro de los fuegos de artificio que los algoreros usan a falta de pruebas. Solo que este año los fuegos artificiales les han salido mal. Puro humo, en vez de lindas estrellitas multicolores.
Se sabe que hay muchos factores que influyen el la extensión del casquete polar. Vientos y corrientes marinas, las oscilaciones decadales del Pacífico y del Atlántico Norte, y posiblemente también la carbonilla depositada sobre el hielo y la nieve que llega allí de las chimeneas industriales que rodean el Ártico. Ninguno de esos factores tiene relación con el CO2. No estamos hablando de hielo. El hielo soo es el espectáculo de esta historia. Estamos hablando de temperaturas. Y si hablamos de temperaturas, miremos este cuadro del del Met Office del Reino Unido (Hadley Centre), famoso por su apoyo y alineamiento con las tesis alarmistas. (Pinchar en él para verlo en condiciones):
La última temperatura mostrada es de 2005. Desde entonces, no ha subido más. ¿Cual es el problema?
Ah, y la comparación de siempre con el año pasado, en plan dibujito:
[caption id=“attachment_1664” align=“aligncenter” width=“500” caption=“comparación hielo marino artico 15-09”][/caption]