Un mundo feliz
El chico con cara de no haber roto nunca un plato, y biografía de no haber dejado un plato sin romper, es lo que se lleva. También ayuda mucho la voz de profeta apocalíptico. Y la nada, adornada de impresiones amables. Ser delgado y pulcro, sin nada que desentone o llame la atención. Apuntarse a todas las campañas por el bien del universo, sin entrar en detalles de lo que va a suponer para las personas de carne y hueso. Atacar a todos los enemigos demonizados por las élites culturales, remando siempre con la corriente.
Héroes de marketing y diseño, y enemigos de tebeo gótico. Es posible que el mudo sea ya demasiado complicado para los más, y no lo puedan digerir crudo. Solo lo entienden a través de la metáfora, y para metáfora nada mejor que los parques de Disneyworld. Pero para aquellos masoquistas que siguen queriendo mirar la realidad sin gafas de colorines, todavía vale la técnica de siempre. La del investigador de novela negra: sigue al dinero. Averigua quien se ha llevado la pasta. Pero no te distraigas escuchando en nombre de quien se la ha llevado, sino en beneficio de quien se la ha gastado.