Plazaeme preservado

<< Posterior Maldita locura colectiva
Anterior >> Esas leyes especiales

Pensar no duele, solo cuesta.

El CO2 es una horrible contaminación que nos va a achicharrar, bla, bla , bla. ¿De donde viene toda esa neura con el CO2? De una hipótesis que fue interesante en su momento, pero que no funciona. Y cuando una hipótesis no se sostiene, lo mejor es abandonarla y buscar nuevos retos. Salvo para los políticos cuando ven que una hipótesis manca les puede llevar donde quieren.

Por partes.

1) La sensibilidad.

Primero vamos a hacer una precisión sobre la hipótesis. Sobre algo que la gente suele ignorar. Aceptando que el CO2 es un gas invernadero que tiene (cierta) capacidad de calentar el aire, como (casi) todo el mundo acepta, hay que señalar que nadie plantea que ese fenómeno, conocido en el laboraorio, pueda producir grandes males. Los supuestos males del CO2 no vienen de su capacidad directa de calentamiento del aire, sino de unos efectos indirectos imaginarios que llaman realimentación.  El esquema es que el aumento de CO2 calienta el aire un poco, y ese calor provoca mayor evaporación, y por tanto más vapor de agua en el aire. Y sería ese vapor de agua extra el que provoca un aumento peligroso del efecto invernadero. Porque el vapor de agua es el principal gas invernadero de la atmósfera de la tierra. Así que, hablando bien, se debería hablar de la hipótesis CO2 + realimentación por vapor de agua.

Los cálculos del efecto térmico directo del CO2 varían entre 0,24ºC (Miskolczy; en un cálculo muy “novedoso”), 0,6ºC (Monckton) y 1,2ºC (Hansen) por doblar la cantidad de CO2 hasta unas 550 - 600 ppm. Nadie da más. Y un ulterior doblado de la cantidad de CO2 daría un aumento menor de temperatura, porque las bandas de absorción del CO2 ya estarían muy ocupadas. Y nadie dice que ese aumento de temperatura (del que ya llevaríamos 0,6%C) vaya a provocar ninguna catástrofe. Hace falta la realimentación para empezar a pensar en inconveniencias climáticas.

El problema es que esa realimentación es puramente hipotética. Lo mismo puedes pensar que sí, que el pequeño calentamiento dará un mayor calentamiento por aumentar el vapor de agua, como puedes pensar que esa evaporación va a producir nubes, que frenan los rayos del sol y producirán un enfriamiento. Sería una realimentación negativa. O sea, que son dos visiones opuestas. Una presenta el sistema climático como básicamente inestable y con tendencia a desmadrarse. Eso es lo que hacen las realimentaciones positivas, desmadran el sistema. La otra supone un sistema climático con tendencia a la estabilidad. A oscilar alrededor de una linea media. En general es lo que piensan los meteorólogos curtidos.

Y eso es lo que se está discutiendo. La realimentación o “sensibilidad” del sistema climático, y no si el CO2 es un gas invernadero, y el efecto invernadero un fenómeno real. No es cuestión del qué, sino del cuanto.

¿Alguien ha demostrado esa realimentación positiva? No. Al contrario, más cerca está Spencer [–>] de demostrar una realimanetación negativa.

Más algunos datos de última hora:  Los últimos estudios están diciendo que al menos la mitad del calentamiento del siglo pasado no se debe al aumento del CO2 [–>] y [–>]. Y entonces, si para el 40% - 45% de doblar el CO2 (que ya llevamos) solo ha subido la temperatura 0,3ºC, ¿donde está esa “sensibilidad” o esa realimentación positiva?

2) El Calor Histórico.

Si la “culpa” de la temperatura actual la tiene el CO2, esa temperatura debe ser anormal, comparada con el pasado reciente, en que no había ese CO2.

Esta es un representación de la temperatura durante el Holoceno, digamos clásica, y sin entrar en mayores detalles:

Y aquí otra, deducida de los hielos de Groenlandia, donde las diferencias de temperatura suelen ser más amplias que en latitudes más bajas:

No hay registros de termómetros como para hacer una media global más que a partir de finales del XIX. Así que todo lo que se puede hacer son medidas indirectas con “proxys”. El tamaño de los anillos de los árboles (afectados también por la cantidad de agua disponible), la composición de las estalactitas y estalagmitas, la composición de ciertos sedimentos marinos, la composición del aire encerrado en las capas profundas de hielo, etc, etc. Reunen un montón de datos para una serie de localizaciones a lo largo del mundo. Cada serie de datos da una distribución de puntitos a la que tienen que hacerle un tratamiento estadístico para poder interpretarla, y luego establecer una correlación entre eso y la temperatura. Y después volver a hacer una operación estadística para relacionar las distintas series de datos (de cada lugar) entre sí. Y con eso fabricar un cuadro histórico de temperaturas, con el que pretenden afinar a la décima de grado centígrado. No es extraño que discutan, y que cada uno pretenda arrimar los resultados a su hipótesis.

Y aquí viene el problema. Antes de la “Pequeña Edad de Hielo” hubo el llamado “Período Cálido Medieval”, con el pico hacia el 1100. Bueno, en realidad se llamaba “Óptimo Climático Medieval”, pero ese nombre les molesta mucho a los alarmistas, que no quieren ninguna relación entre el concepto “óptimo” y el concepto “calor”, y le han cambiado de nombre. Nadie tenía dudas de que la diferencia de temperatura entre los dos períodos era superior a 1ºC. Porque hay datos históricos conocidos, como que el clima pasó de que se puedieran plantar vides en Inglaterra con buen resultado, a que el Támesis se congelara en invierno y se pudiera patinar en él. O como los vikingos viviendo y plantando en Groenlandia, en zonas que posteriormente se convirtieron en permafrost.

Pero llegan los alarmistas, cuya tesis no se sostendría si un cambio de temperatura superior a 1ºC entre 1100 y 1600 fuera algo natural, y empiezan a decir que ese es un fenómeno exclusivo del Atlántico Norte, y no global, y que la diferencia de temperatura global era mucho menor, y por ahí.

No hay una manera directa de saber quien tiene razón. Tendrías que entender mucho de química, de física atmosférica, y de estadística, para poder entrar en el detalle de qué está haciendo cada uno de ellos. Así que solo te queda usar métodos indirectos, como un juez. Y tratar de averiguar quien retuerce más los argumentos, quien está haciendo gimnasia argumental, y quien se aleja más del sentido común. Para que te hagas una idea, te pongo dos cuadros de temperaturas del pasado reciente.

Uno es el famoso “Palo de Hockey” de Mann, cuyos procedimientos estadísticos fueron discutidos por McKintyre y Mackitrick, cuando por fin consiguieron, tras mucho esfuerzo y mucha negativa, tener acceso a los datos. Según los alarmistas los “malos procedimientos” no cambian sustancialmente el resultado. Según los escépticos los resultados, con esos métodos, no sirven de nada. Demostraron que daba igual los datos que metieras, siempre se producía la figura del “Palo de Hockey”. Para mí, este famoso gráfico de Mann está desacreditado más allá de toda duda, pero solo es mi opinión.

Ni “Período Cálido Medieval”, ni “Pequeña edad de Hielo”, ni nada de nada. Solo un abrupto calentamiento moderno. Por cierto que ahora estamos en lo mismo. El famoso estudio reciente Aparecido en “Nature”, de Steig (y Mann otra vez). Tampoco hay forma de que desvelen los procedimientos estadísticos para que se puedan replicar los resultados. El tema está candente en http://www.climateaudit.org/

Y por ejemplo tienes el mismo problema de averiguar los últimos 2.000 años con proxys diversos, resuelto por Loehle:

¿Qué, que no se parecen en nada las dos gráficas, eh? Pues manda narices que después de todo lo que se ha hablado y se ha visto sobre ese "Palo de Hockey" de Mann, los alarmistas (y Mann mismo) tienen los huevos de decir que ha sido finalmente acreditado. Y que hay estudios independientes que lo confirman. Sostienen la sorprendente tesis de que se trata de un mal método que llevó a una conclusión correcta. Pero es que la ciencia climática del IPCC es así. Pero es mentira, por supuesto. Dos mentiras. Ni ha sido acreditado, ni ha sido validado por otros estudios independientes. La explicación aquí -->, y aquí --->. Y la última discusión del increíble Mann (con Lawrence Solomon)  aquí--> , y la respuesta que recibió aquí -->.

En fin, la discusión de las temperaturas históricas es muy larga, y muy liosa. El engaño es fácil, porque entramos en el esoterismo de la estadística. Un dato curioso. Hay una clara división en el origen de los estadísticos alarmistas y los estadísticos escépticos. Todos los alarmistas son del mundo universitario, y la mayoría de los escépticos trabajan en la empresa privada. Estos últimos lo explican así: -Es muy fácil; en la universidad no te echan del trabajo aunque te equivoques. Nosotros no podemos andar con tantas alegrías, porque se nos caerían los puentes y las explotaciones mineras no darían el resultado esperado.

3) Los modelos climáticos.

La gran “prueba” de los alarmistas, lo que siempre ves en los periódicos, son resultados de modelizaciones climáticas. Te dicen, la temperatura podría llegar a subir tantos grados y entonces ocurrirían todas estas barbaridades.

  • ¿Ocurrirían según quien, señor mío?
  • ¡Según los modelos!

Lo malo es que todos sabemos que el resutado del modelo depende enteramente de lo que hayas asumido al crearlo. Y que es muy difícil que hagas buenas asunciones sobre un sistema del que ignoras más de lo que sabes. Por ejemplo, si creas los modelos con realimentación positiva de vapor de agua, te sale la película de Al Gore y las majaderías de Hansen. Pero esa realimentación no está demostrada, así que el modelo no es más que una especulación gratuita.

Los alarmistas no comprenden como funciona el clima , ni lo que causa sus cambios. (Los “escépticos” ni siquiera pretenden que el sistema climático se comprenda bien todavía). La mejor prueba de ello es que su máximo experto, James Hansen, predijo con sus modelos prodigiosos como iba a evolucionar el clima según evolucionaran los niveles del CO2. Está expresado en este gráfico de Hansen, en el que pone la previsión de temperatura según que el aumento de las emisiones de CO2 fuera mayor o menor. Se la añade lo que ha ocurrido en realidad, en rojo:

¿Induce este gráfico a hacer mucho caso de los alarmistas? A mi no. Por supuesto ellos no se quedan callados, y “ahora” explican que es que no habían tenido en cuenta las variaciones producidas por los ciclos océanos. Y que eso son variaciones de corto plazo y que en el futuro el calor volverá con más fuerza. ¡Vaya por dios! Resulta que no sabían los factores que afectan al clima tan bien como presumian. Pero debemos creer que “ahora” si los conocen.

Y también dicen que haciendo virguerías estadísticas se puede llegar a demostrar que la realidad no es incompatible con el modelo. Pero que la realidad no sea “incompatible con” el modelo, no demuestra la validez del modelo. Solo demuestra que ya falta muy poco para que se demuestre que el modelo es erróneo.

Un ejemplo del problema con los modelos climáticos, tomado de una discusión entre Hendrik Tennekes, antiguo director de investigación del Royal Dutch Meteorological Institute, y Gavin Schmidt, modelador climático del NASA Goddard Institute for Space Studies (GISS), y activista defensor de las tesis de IPCC.

Resumo: Tennekes le explica a Gavin la diferencia entre los modelos meteorológicos, de demostrada capacidad predictiva para unops pocos días, y los modelos climáticos, que nunca han sido capaces de de pronosticar ni los más fundamentales elementos del clima. Como por ejemplo la oscilación decadal del Pacífico (PDO). Y es que, según Tennekes, los modelos meteorológicos solo juegan con la atmósfera, y pueden ignorar o hacer crudas parametrizaciones de los procesos lentos como los oceánicos, la biosfera, y las influencias del hombre. Sin embargo los modelos climáticos deben tener en cuenta a los océanos, que son el componente lento crucial del sistema. Crucial porque es donde se guarda casi todo el calor del sistema. Estos modelistas climáticos, según Tennekes, tienden a olvidar que unos pocos metros superficiales de los océanos guardan tanto calor como toda la atmósfera. Y también que el mar es la fuente principal del vapor de agua que hace la dinámica atmosférica tan interesante y tan extremadamente complicada.

From my perspective it is not a little bit alarming that the current generation of climate models cannot simulate such fundamental phenomena as the Pacific Decadal Oscillation. I will not trust any climate model until and unless it can accurately represent the PDO and other slow features of the world ocean circulation. Even then, I would remain skeptical about the potential predictive skill of such a model many tens of years into the future.
Fuente: Blog de Roger Pielke Sr http://climatesci.org/2009/01/29/real-climate-suffers-from-foggy-perception-by-henk-tennekes/ Y un último ejemplo de los problemas con los modelos climáticos: Forecasting Guru Announces: “no scientific basis for forecasting climate”

4) Consenso

Un consenso científico tampoco diría nada, aunque lo hubiera, que no lo hay. Especialmente en una ciencia tan nueva como la climatología. Creo que el primer “climatólogo” propiamente dicho fue Richard Lindzen, que solo tiene 68 años, (y no participa de ese supuesto “consenso”).

Ha habido muchos “consensos científicos”, pero de los de verdad, y no como este. Y muchos de ellos han sido consensos sobre cosas que han resultado falsas. Por ejemplo, creían que el sol era una bola de carbón. Por ejemplo, creían que había una sustancia llamada éter entre los cuerpos celestes. Por ejemplo creían que los continentes no cambiaban su posición relativa. Por ejemplo creían que las plantas se alimentaban de la tierra (y no de CO2 y agua). Por ejemplo, creían que Einstein estaba equivocado. Pero cuando le dijeron a Einstein que había cien científicos que habían firmado una declaración en contra de la “relatividad”, contestó: -”¿Y para qué necesitan cien, si basta con uno … siempre que pruebe lo que dice”?

Y hay muchos más ejemplos. Todo eso eran consensos, y todos ellos equivocados. Y lo del calentamiento peligroso / CO2 ni siquiera es un consenso. Basta echar un vistazo a esta lista de 650 eminentes científicos (más algún economista) que estudian cosas relacionadas con el “cambo climático”, y las opiniones que se reflejan en ese documento, para que se acabe cualquier sospecha de consenso científico.

http://epw.senate.gov/public/index.cfm?FuseAction=Files.View&amp;FileStore_id=83947f5d-d84a-4a84-ad5d-6e2d71db52d9&amp;CFID=52415299&amp;CFTOKEN=17867052

Por cierto, ¿por qué no recordar otro “consenso” que la mayoría hemos vivido, y algunos padecido? Hace veintipocos años dos médicos australianos averiguaron que todos los muertos en los hopitales de su zona que tenían un historial de úlcera de estómago o de gastritis crónica, presentaban en su estómago una bacteria determinada, que era muy infrecuente en los demás cadáveres. Y concluyeron, después de algunas pruebas con los vivos, que la úlcera y la gastritis no eran debidas ni a los nervios, ni al stress, ni al tabaco, ni a la mala vida, como se creía, sino a la bacteria. Y que se curaba con antibióticos.

“La ciencia” y “el consenso” se rieron de ellos. Aun más, les impedían hablar en congresos médicos y publicar en las revistas principales de medicina. Su investigación solo pudo ir dándose a conocer por caminos retorcidos y secundarios, como el boca a oreja y publicaciones de última fila. El caso es que yo me curé mi gastritis crónica (gracias a mi veterinario) en una época en que “el consenso” aun decía que eso era imposible.

Finalmente los hechos triunfaron y, con 20 años de retraso, los australianos recibieron el premio Nobel. ¡Toma consenso!

5) El sentido común.

No hay nada que se parezca a un caso concluyente, y las pruebas, por ahora, se inclinan más en contra del alarmismo que a favor. Y una prudencia elemental apunta a no hacerle ni caso a la enésima teoría del fin del mundo, porque ya sabemos que todas las anteriores no pasaron de ser breves fantasías macabras.

macabras_fantasias