Plazaeme preservado

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Anasagasti, y la función pensar.

¿Tendrán razón los nacionalistas aranianos y arzallunos? ¿Existirá verdaderamente una raza especial en Vasquilandia? ¿Tendrá diferencias suficientes como para llamarla raza aparte?

Pues depende. Depende de qué, de o quien sean de  “la raza”. Si, por ejemplo, la raza son aquellos habitantes de Vasquilandia que usan esa función cerebral llamada pensar, con los mismos resultados de Anasagasti, mi apuesta es que sí es una diferencia  sobrada como para denominarla raza aparte. Y con más motivo que cuando la diferencia es el color de la piel, que es una diferencia que no pasa de lo ornamental. Y en cambio, lo de Anasagasti nos lleva, no a placeres o displaceres estéticos, sino a una honda preocupación sobre la función de la cabeza en su raza.

¿Le echamos una miradita a lo que produce el cerebro de nuestro ilustrado fenómeno? Pues … ¡pasen y vean!

Suele ser normal, cortés y civilizado que el candidato perdedor de unas elecciones llame la noche electoral al candidato ganador de las mismas. Lo normal en Estados Unidos, lo normal en Francia, lo normal en Italia. Pero no lo normal en Euzkadi. López,se ve Lehendakari con los votos del PP, el odiado PP en España, ...
Perdedor, Anasagasti, es el que en una disputa ha quedado más lejos del objetivo. En este caso formar gobierno, claro. Pero la función cerebral de Anasagasti produce el resultado de que el perdedor de las elecciones es Pachindakari. Lo que posiblemente justifica la idea de que Anasagasti sea de una raza aparte, distinguible por ciertas peculiaridades de lo que surge de su cabeza.

Pero el párrafo tiene remate:

... y de la Sra. Diez, lo más parecido a la extrema derecha en el espectro parlamentario y deja la cortesía parlamentaria para más adelante.
Vaya, vaya. ¿Qué será "extrema derecha" en las circunvoluciones cerebrales de la raza que estamos estudiando? Desde luego nada clásico, del tipo de lo que pone en Wikipedia: Se suelen caracterizar por su defensa a ultranza de ideologías conservadoras, monarquistas o nacionalistas.

¿Te suena lo de Partido Nacionalista Vasco, Iñaki? Pues  ya tienes algo en común con la extrema derecha. ¿Te suena tu protesta por la ausencia de los que usan el crimen como heramienta política, ausencia que defines como “desalojar a una fuerza política del Parlamento Vasco”. Muy bonito.  Más fino que lo de tu colega, el que habla de que ETA es “una organización política que hace uso de técnicas modernas de lucha de minorías contra mayorías” que son “técnicas terroristas”. Nada parecido a la extrema derecha, no señor. Para Anasagasti, un grupo que aplaude, defiende, y practica el crimen como herramienta política no debe ser excluido del juego político, al menos si son compañeros de viaje nacionalista. Y así según el resultado de los procesos psicológicos que tienen lugar en el cráneo de la raza de Anasagasti, su partido no está nada cerca de la extrema derecha. Su táctica llorona de pasarse el día hablando del odio a los vasco, de lo que odian a los nacionalistas, su táctica de generar el odio entre su gente a base de gritar - ¡¡Nos odian!!-, eso no tiene nada que ver con la extrema derecha.

Mira, Anasagasti, raza aparte. Yo, como cualquiera, vemos perfectamente el resultado del odio que generas entre los tuyos reflejado en los ojos de muchas de tus interventoras en las mesas electorales. Está muy mal, se debería de evitar, pero no hacemos política con ello. No vamos por ahí gritando -¡¡ los nacionalistas nos odian!!, aunque lo leamos con toda claridad en su mirada. Porque los sentimientos son libres, aunque a veces sean nauseabundos. No, nosotros solo decimos que los nacionalistas hacéis cosas que no se deberían hacer, ni admitir, en un mundo razonablemente civilizado. Como generar el odio, tal y como tú haces. Muy propio de la extrema derecha, por cierto. Y además lo haces con una lógica distintiva de tu raza aparte tan especial. Tal vez sea que después de siete mil años (o antes) ciertos pueblos empiezan a decaer. Porque mira, suma esto:

Es tanto su nacionalismo español (el de la prensa de Madrid), es tanto su odio al PNV, es tanto su rechazo a la figura de Ibarretxe, es tan ácido su animadversión a lo vasco ...
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Escúchenle ustedes a Antonio Basagoiti y si tienen algo de sensibilidad, hagan lo posible por no vomitar. Lo mismo con lo que dice Rosa Díez.
Anasagasti querido, vistas las particularidades que tienes en ese proceso al que con demasiada alegría llamas "pensar", no tengo esperanza de que me entiendas. Pero si dices que la prensa de Madrid os odia porque es nacionalista española (supongo que toda), y dices que a cualquier persona sensible que escuche a Basagoiti o Díez ha de vomitar, me temo que nos vemos obligados a pensar que odias a la prensa "de Madrid" y a Basagoiti y a Díez. Dices que lo haces porque les consideras nacionalistas, como tú. Pero entonces unos nacionalistas son angelicales, y otros son odiosos. Por lo tanto no serán odiosos por nacionalistas (tú lo eres, y eso no te produce problemas), sino por nacionalistas españoles.

¿Por qué protestas de que (según tú) aquellos a los que llamas nacionalistas españoles te odian, si acabas de dejar bien claro lo mucho que tú les odias a ellos? ¿Derecho asimétrico al odio? ¿Es muy malo y reprobable que ellos (según tú) te odien, pero no que tú les odies a ellos? Pues no sé como explicarte lo mucho que me recuerda eso a la extrema derecha.

Estoy seguro de que piensas que te odio. Jamás podrás comprender que eso que llamas odio, en este caso, no pasa del cosquilleo de humor que me produce el que puedas llamar “pensar” a lo que sale de tu cabeza. Eso en lo individual. Porque en lo político solo puedo hablar de una profunda depresión y desánimo respecto a ciertas posibilidades del humano.

Nota: No sé muy bien, con el lío que habéis montado los nacionalistas al respecto, qué es “lo vasco”. Y a estas alturas ha dejado de importarme. Supongo que será cosas distintas según quien emplee el témino. Al igual que después de los famosos siete mil años, todavía no habéis conseguido poneros de acuerdo con el nombre del objeto milenariamente anhelado. Siete mil años anhelando lo que no tiene nombre, que ya es anhelar. Pero al unir tu vitriólico discurso a “lo vasco”, solo puedes conseguir que quien caiga en esa trampa necesariamente reaccione o con una brutal carcajada, o con ese odio que tan empeñado estás en generar. Es por eso que, sin odiarte, haré siempre todo lo posibe para que no tengas éxito en tus empeños. Porque cuanto mayor sea tu fracaso, mejor lugar será el mundo. Entre otras cosas, con menos odio.