Asnos atómicos

Con la locura que se ha montado por el cuento del calentamiento global, esán todos los sesudos analistas repensando la idea de las centrales nucleares. ¿Todos? No. Hay una península apartada del continente europeo en la que el gobierno no quiere ni plantearse, ni discutir nada que tenga que ver con la energía nuclear. Quiere disminuir la obtenida del carbón, y de la del petróleo ni hablemos. Le gusta la alegría, y el sol y el viento. Y los pajaritos trinando, aunque el ruido ambiental no les permite escucharse ni a sí mismos. Y a pesar de eso, de nucleares ni pensar, gracias.

• Es una chirigota, dice Sebastián, el ministro de la bombilla en la frente.

Y es que aprendió en seguida la lección de su jefe, el gran asno atómico:

¿España no tiene mar?

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Pues aun sin mar hay soluciones, monstruo. Y sin ríos. Hay centrales nucleares en los desiertos. Por ejemplo, Estados Unidos tiene su mayor instalación de energía nuclear en el desierto de Sonora.

La central nuclear de Palo Verde (en realidad son tres juntas), la mayor en USA, utiliza agua de residuos de los municipios cercanos. Está a 45 km de Phoenix, Arizona, y fue construida en 1976. Da electricidad a cuatro millones de personas, y empleo a 2.500.

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