Plazaeme preservado

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Las lenguas no son sagradas; nosotros somos sagrados. Gloria Lago.

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Somos pocos los normales que vamos quedando en este pais. Y me refiero a los que no estamos entregados a fantasías colectivas destinadas a anular la identidad y autonomía del individuo.

Pero, pocos o muchos, es hora de reconocer la gran deuda que tenemos con Galicia Bilingüe [–>]. Nada como aprovechar esta reciente frase de su presidenta, Gloria Lago, digna de entrar en el Museo de Frases Notables:

La lengua no es sagrada; sagrados somos nosotros, nuestra libertad es sagrada.
No se puede concentrar mejor la idea. Y su corolario evidente: Si una lengua fuera sagrada, si la consiguen hacer sagrada, el primer deber cívico sería derribarla y patearla hasta que deje de atentar contra la libertad. Con la tiranía solo se puede tener una actitud: acabar con ella.

Acusaban a Galicia Bilingüe de ser un invento del PP para ganar las elecciones, por el procedimiento de inventarse un problema, la cuestión lingüística, donde no lo había (*). Y debe ser falso, porque Galicia Bilingüe ha sido la primera en levantarse contra el gobierno de Feijóo, y el nombramiento de un conocido paladín del acoso lingüístico para la consejería correspondiente. Feijoo, con sus melonadas, tiene algo de Zapatero, pero en feo. Y, vaya, vaya, ha sido esa supuesta criatura del PP quien ha tenido que señalarlo. Oigamos al Feijootero:

  • El "galleguismo como punto de encuentro" (Galleguismo obligatorio, como antes teníamos españolismo obligatorio)
  • "recuperar el consenso en los símbolos identitarios" (pero nada de dejar que cada cual se identifique con lo que le pete)
  • la lengua, "un elemento de unión y no de imposición" (pero no la lengua de todos -de todos los gallegos y de todos los españoles- sino una lengua que solo podrá ser de todos los gallegos imponiéndola)
  • El galleguismo compatible con defender “la doble nacionalidad" (ni siquiera Zapatero ha llegado jamás a algo tan sublime; se conforma con la multinacionalidad de la Confederación de Folclores Ibéricos, pero con cada folclore simplemente uninacional)

(*) Sobre eso de la lengua como problema inventado hay mucho que hablar. Porque, en efecto, es un problema artificial, pero justo en sentido contrario de lo que dicen los nazionatas. En la Galicia de la transición no había ningún problema social con las lenguas. Tampoco en Vasquilandia, por cierto. Por toda Galicia se hablaba indistintamente gallego y castellano. En las ciudades, más castellano que gallego, y en los puebos mucho más gallego que castellano. Y en la universidad había clases en gallego y clases en castellano. Con la diferencia que el gallego batúa, que es el que usan los dictadores lingüísticos, es tan parecido al castellano, que para el foráneo resultaba muy fácil seguir una clase por ejemplo de Econometría e Estudios Cuantitativos de Desenrolo Económico, y de bastante dificultad seguir una charla normal en la barra de una taberna de pueblo.

Pues bien, resulta que para estos cabestros, lo “normalizado” consiste en que los gallego parlantes naturales tengan que estudiar gallego batúa, y pasar de un idioma del que no entiendes ni papa, a otro que te parece como un castellano de broma. Y que los castellano parlantes no puedan estudiar en su idioma.

Lo “normalizado” es imponer  cuando, y donde, y como se ha de usar el gallego, y cuando, y como, y donde está verboten el castellano. Según el razonamiento cabestro, dejar que las cosas sigan su curso natural y la gente tome sus propias decisiones, es inventarse un problema. Por contra, cambiarle a la gente lo que habla, y decidir por ellos en qué idioma han de estudiar, ciscándose en su voluntad, eso quiere decir que no hay ningún probema con las lenguas.

Acojonante.