Hasta los mamporreros de la prensa alarmista internacional están anonadados, pero los supuestos periodistas españoles no se quieren enterar
Si hay en la escena internacional un periodista que se dedique al activismo por la tesis del calentamiento global -culpa de el hombre pecador, y de el próximo fin del mundo, ese es George Monbiot. Látigo de escépticos y pecadores, Monbiot está en la cúspide de la defensa de los alarmistas. Eso, sí, con conocimientos, y los deberes hechos. Se sabe la lección. Pero ha sido capaz de demostrar que también tiene reflejos de periodista, y decencia de cuidadano.
Como ejemplo, su blog [–>], ayer:
By George Monbiot, published in the Guardian, 23rd November 2009
No tiene sentido pretender que esto no es un gran golpe. Los email sacados por un "hacker" del Climate Research Unit de la Universidad de East Anglia difícilmente podrían ser más dañinos. Ahora estoy convencido de que son genuinos, y estoy profundamente impactado por ellos.
Sí, los mensajes han sido obtenidos ilegalmente. Sí, todos nosotros decimos cosas por email que podrían ser un horrar si se hicieran públicos. Sí, algunos de los comentarios han sido sacados de contexto. Pero hay algunos mensajes que no necesitan vueltas para que den mala impresión. Parece que hay pruebas de intentos de impedir la circulación de datos científicos, e incluso de destruir material susceptible de un requerimiento bajo la ley de libertad de información.
Todavía peor. Algunos de los emails sugieren esfuerzos para prevenir la publicación de trabajos de científicos escépticos, o de mantenerlos fuera del informa del IPCC. Creo que el jefe de la unidad (CRU), Phil Jones, debería dimitir ahora. Algunos de los datos discutidos en los emails deberían ser reanalizados. Seguir con el original -->.
Esto es lo que piensa el archiconocido activista verde británico. Le parece un escándalo mayusculo. Tanto como para pedir la dimisión de uno de los dos principales centros de estudio climático del mundo -y el predilecto del IPCC. Pero nuestros egregios periodistas nacionales siguen sin querer enterarse. Pues ya sabemos lo que vale lo que nos cuentan.