¿Cuando vas a despertar, Cataluña?
Post de Luis Bouza-Brey
Este artículo se propone extraer una visión sintética de la realidad de Cataluña distinta de la imperante en la cultura oficial del “oasis”. Es un intento de elaboración de un esquema perceptivo de los problemas que plantea el etnonacionalismo catalán a la democracia española.Este esquema teórico de interpretación está hecho desde las percepciones propias de un ciudadano español-catalán, cada vez más decepcionado y desesperanzado con la vida política del “oasis”, al ser consciente de los graves problemas que está creando para Cataluña la inconsciencia e irresponsabilidad de su clase política y élites sociales dominantes.
Quiero decir, en primer lugar, que existe un grave peligro para el futuro de España como consecuencia de la situación en Cataluña, porque si se continúa por este camino habremos demostrado una vez más que la democracia nos viene grande, y que somos incapaces de integrarnos en la civilización política europea como un país normal. La democracia en España habrá fracasado por enésima vez, y saldremos de esta experiencia nuevamente sacudidos por conflictos irresolubles, con un país destrozado y un Estado fallido, que nos definirán nuevamente como uno de los enfermos de Europa, junto a los países balcánicos y Rusia. Seremos nuevamente un país ingobernable con métodos democráticos, que se habrá despedazado a sí mismo con encono suicida y cainita hasta la extenuación y la marginación.
Pero cuando hablo del peligro para España incluyo en esta concepción a Cataluña, pues aquí la situación será mucho más grave que en el resto del país: la economía entrará en quiebra por pérdida de los mercados de las empresas, la cohesión social se habrá roto, la clase política necesitará imponerse por la fuerza para mantener su poder decreciente, saldremos catapultados de la Unión Europea, y las élites sociales e intelectuales habrán demostrado su incapacidad para interpretar y representar a una sociedad a la que llevan esterilizando con mitos cada vez más anacrónicos desde hace dos siglos.
Porque la realidad es que Cataluña sufre de esquizofrenia paranoide por parte de sus élites, contagiada a un sector importante de la población, mientras que la mayoría se encierra en su vida privada, por temor a contradecir a la etnia dominante y resistir frente al delirio psicótico de las élites. La resultante es que la sociedad se comporta como una manada de borregos enfermos, conducidos mansamente al precipicio por una cuadrilla de pastores lunáticos.
¿Qué otra cosa es, si no, que una sociedad postindustrial y multiétnica del siglo XXI esté regida por élites que la gobiernan con mitos y preconcepciones propias de una etnia sacudida por los cambios de los primeros tiempos de la industrialización, de mediados del XIX?
¿Qué otra cosa es, si no, que los escasos actores culturales y políticos que intentan rebelarse frente a la paranoia sean acusados de fascistas por defender una sociedad abierta, plural e integradora de la diversidad?
¿Qué otra cosa es, si no, el intento de pervertir una democracia moderna para ahormarla a concepciones premodernas, semifeudales y basadas en el privilegio étnico?
¿Qué otra cosa es, si no, el hecho de solicitar plurinacionalidad para el “Estado” e imponer monolitismo étnico en la “Generalitat” por obra de unas élites endogámicas y cerradas?
¿Qué otra cosa es, si no esquizofrenia paranoide, la violación de la Constitución y el Estado democrático de Derecho para imponer un Estatuto inconstitucional aprobado por una escasa minoría de la población catalana?
¿Qué otra cosa es, si no, la traición del Partido exsocialista de Cataluña a sus principios fundacionales, subordinándose a la hegemonía desaforada del etnonacionalismo radical e independentista?
¿Qué otra cosa es, si no, que unos por “Catalunya” y otros por “els treballadors” impongan al pueblo de Cataluña una deriva demencial hacia la descomposición y el atraso?
La esquizofrenia paranoide etnonacionalista va a provocar una crisis, sí, pero una crisis que enfrentará a las élites cerradas y endogámicas de la sociedad catalana actual, apoyadas por esos grupos y asociaciones anacrónicos de la llamada “sociedad civil”, que viven de la subvención y el cuento de tiempos pasados, con una sociedad muy vital y creativa, pero en crisis de desorientación y jibarización, que tardará todavía algo en despertar de la narcosis inducida por los grupos dominantes.
Por eso, la llamada del etnonacionalismo a la resistencia de la “sociedad civil” contra la democracia española, producirá una ola superficial de protesta de la subcultura residual y oficial del etnonacionalismo, fluyendo sobre la pasividad narcótica de la mayoría social.
Por eso, es responsabilidad del conjunto de la sociedad española defender la democracia e imponer la vigencia de la Constitución y el Estado de Derecho en Cataluña, si se quiere evitar la continuación del proceso patológico y degenerativo derivado de la esquizofrenia de las élites catalanas, y su contagio letal a la democracia española.
Cuanto más se tarde en asumir la gravedad de la crisis e imponer la terapia de la fortaleza democrática, más difícil será la sobrevivencia de España. La terapia es democracia, igualdad y Estado de Derecho, contra caciquismo étnico, privilegio y despotismo.
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