El sonido de la alarma. Richard Lindzen en el Boston Globe.
El artículo de Kerry Emanuel del 15 de febrero, “Climate changes are proven fact’’ es más promoción que evaluación. Términos vagos como “consistente con”, “probablemente”, “potencialmente”, difícilmente mejoran el problema. Ciertamente el cambio climático es real; ocurre todo el tiempo. La pretensión de que lo poco que hemos visto es mayor que cualquier cambio “que hayamos sido capaces de discernir” en mil años, es una afirmación bastarda. Comisiones de la National Academy of Sciences y el Congreso han concluido que los métodos usados para llegar a es conclusión no se pueden llevar más allá de 400 años, si acaso. Hasta el jefe de la merecidamente deshonrada Climatic Research Unit (CRU) admite que el período cálido medieval puede haber sido más caliente que elpresente.
La afirmación de que fuera de los modelos todo es pura opinión y especulación resulta peculiar también. A pesar de sus fallos, los modelos muestran que las proyecciones de calentamiento significativo dependen críticamente del vapor de agua y de las nubes, y la física de esos procesos se puede comprobar observacionalmente (el planteamiento científico normal); y de momento los modelos parecen fallar.
Finalmente, dada una generación entera de propaganda ambientalista, un asesor científico del presidente que ha promovido alarmas desde los años 1970s, y un gobierno que proponene niveles de financiación para la investigación climática unas 20 veces superiores que los de 1991, “coraje” no parece el término más adecuado para describir a los científicos que apoyan esa alarma.
Cambridge
El autor es el "Alfred P. Sloan professor of atmospheric sciences" en el Massachusetts Institute of Technology.–