El oasis se toca ... la merienda.
Se ha cubierto de gloria El Mundo de Cataluña por boca de una habitante del oasis llamada Leonor Mayor. Periodista, supongo; aunque también podría ser una publicitaria contratada por Dignidad de Cataluña S.A., como estupefaciente mediático masivo.
Arremete contra Rosa Díez y Albert Rivera, no se sabe bien si por provocar la violencia del fascio nacionalista, por hacer o intentar que tenga repercusión mediática, o si es simplemente por existir. Porque resultan ser “extremos” que se “tocan” con lo matones, y eso es un verdadero incordio para una convivencia agradable y de buen rollito.
En lo que se queda corta esta Leonor Mayor es en explicarnos qué deberían hacer Díez y Rivera para ser dignos ciudadanos. Porque eso de criticar sin proponer es hacer solo la mitad del trabajo. Tal vez podría proporcionar un mapa de Cataluña convenientemente ilustrado con los puntos rojos a los que los non gratos no deben ni acercarse. O el tipo de cosas que no deben decir a la prensa, jamás, no vaya a ser que perdamos la tranquilidad. Lo que no hace falta es que explique con más detalle que lo que no se contempla es la posibilidad de conseguir que cualquier idea no ilegal pueda expresarse en la Universidad de Barcelona, o en el resto de los puntos rojos de ese mapa que esta a punto de proporcionarnos.
Leonor Mayor, en El Mundo, y sin desperdicio:
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Mejor a favor
--Precisamente a Rivera le mandaron un día una carta con una bala dentro. Los remitentes eran unos militantes de Esquerra a los que el partido tuvo el acierto de echar. Hubo juicio y, como es natural, ganó el líder de Ciutadans, quien, no contento con esa victoria, se fue el jueves a donar el dinero de la indemnización a una asociación que defiende a las víctimas del terrorismo. Rivera se hizo una foto del histórico momento de la donación, pero los medios, sensatos ellos, no le compraron la película y el asunto no tuvo la trascendencia mediática que su promotor deseaba.
Su más directa competidora, Rosa Díez, le ha ganado la partida por goleada esta semana. Díez se fue a la Universitat Autònoma de Barcelona a dar una conferencia. Sabedora, a buen seguro, de que no iba precisamente a visitar un jardín de infancia. En 1999, José María Aznar tuvo la misma idea. La ocurrencia se saldó con unas cuantas barricadas, muchos golpes y gritos y la nada desdeñable cifra de 19 heridos. Aznar consiguió incluso que la Universidad le declarase persona non grata.
Díez no logró un éxito tan rotundo, pero su incursión en la Autònoma no estuvo nada mal. Hubo griterío, hubo golpes, hubo escupitajos y hubo insultos. El decano de Ciencias Políticas, Salvador Cardús, quedó rociado de pintura y el coche de la líder de UPyD, abollado.
Por lo que cuentan los cronistas que fueron a cubrir el acto, la cosa llegó a calentarse tanto que hubo quien temió por su integridad física. Díez tuvo que abandonar el recinto universitario escoltada y con paraguas en mano para parar los escupitajos.Pero en todo momento mantuvo la sonrisa. No es para menos. Consiguió salir en los periódicos y los telediarios y algún que otro voto se habrá ganado después de semejante odisea.
Que nadie lo niegue, que nadie se engañe: a la contra se vive mejor. Los extremos se tocan, se retroalimentan y los políticos lo saben y lo utilizan en su favor‘.