Vice Vogue viperina
Ayer cometí un error de principiante. Iba en el coche, puse la radio, y me encontré con algo que normalmente quitaría sin más pensarlo: una entrevista a la vice Vogue. Como si te encuentras con una entrevista a Zapatero o Rajoy, o el 99% de los políticos. Y sin embargo se me ocurrió la estupidez de escuchar un rato, no por interés en lo que dijera la momia, sino por ver qué hacía Julia Otero de la entrevista. Y el resultado fue un ejercicio de lameculos indigno de quien se considere un profesional de cierto nivel.
Pero claro, para saber cómo llevaba Otero la entrevista, no quedaba más remedio que escuchar a la santita de los trajecitos pasteles, cosa que probablemente era la primera vez en mi vida que hacía. Tela. Aprovechando los balones que le iban centrando sin rubor, la vice cosa iba amartillando un mensaje para niños absolutamente plano, cual tortura de gota malaya: somos buenos, y los del PP malos.
Tal cual. No hubo, en el trozo que pude aguantar sin ser dominado por las arcadas -que incluyó varios temas, ni un solo intento de contraponer un tipo de medidas a otras, y explicarlas en base a sus efectos. La política, en versión Vogue -y con permiso de Otero, no tiene que ver con la gestión, sino con el ser. Ser bueno o ser malo. Bueno soy yo, y lo contrario es malo. ¿Y todavía podemos creer que la LOGSE sea un fracaso, en vez de una necesidad para poder extender la buena fe por Progrilandia?
Por ejemplo, “El Gobierno” no se caracteriza por tomar un tipo de medidas que producen determinadas consecuencias, sino por la forma de hacer las cosas. Ellos, al contrario que “los otros”, son dialogantes y buscan el consenso. Sin que a la telepredicadora progre se le ocurriera en ningún momento la paradoja que supone construir consensos y diálogos partiendo de la base de dividir el mundo en buenos y malos. Donde los buenos son los “nuestros”, aunque los nuestors sean gorilas rojos o sátrapas teocráticos. Ni mucho menos se le ocurre que la dialoguitis se puede llevar tan lejos como se quiera, como por ejemplo hasta el diálogo con asesinos que defienden el asesinato como herramienta política válida. O exhumando las tumbas de la historia, para aporrearnos alegremente con las calaveras que encontremos. Ni la menor sospecha tiene la periodista de que el diálogo y el consenso puedan serlo de media España contra la otra media.
Pero el problema no es que haya Maria Teresas o Zapateros capaces de intentar vender un discurso tan repugnante. Gente así la ha habido siempre, y es de suponer que siempre la habrá. Sin embargo solo pueden hacer daño cuando cuentan con el micrófono de una Julia Otero que asiente arrobada. Y cuando cuentan con los oídos de un público drogado por el ambiente LOGSE.
Hay una norma de libro: mucho cuidadito con los que se venden como “los buenos”. Suelen ser mucho de lo contrario.