La Tierra nunca está en equilibrio
Por RICHARD S. LINDZEN Jueves, 8 de Abril, 2010
CAMBRIDGE, MASS. — Nota del editor: El autor está contestando a la pregunta, -Es el cambio climático real?
El tema del cambio climático se mueve entre el lugar común y los antiguos augurios. En un mundo en que el cambio del clima ha sido siempre la norma, el cambio climático se toma ahora como un castigo por los niveles pecaminosos de consumo. En un mundo en el que vemos cambios de temperatura de unos pocas decenas de grado en un solo día, consideramos cambios de décimas de grado en cierto residuo estadístico -conocido como anomalia de temperatura media global ATMG , como presagio del desastre.
La Tierra ha tenido glaciaciones y períodos cálidos, cuando los caimanes habitaban las Spitzbergen. Las glaciaciones han ocurrido en ciclos de 100.000 años desde hace 700.000 años, y ha habido interglaciares previos que resultan haber sido más calientes que el actual a pesar de niveles de carbono más bajos. Más recientemente, hemos tenido el período cálido medieval y la pequeña edad de hielo. Durante esta última, los glaciares alpinos avanzaron para disgusto de las villas arrasadas. Desde el principio del siglo XIX, estos glaciares han estado retrocediendo. Francamente, no entendemos del todo ni el avance ni el retroceso, y, ciertamente, algunos glaciares Alpinos están avanzando de nuevo.
Para pequeños cambios de la ATMG no hay necesidad de ninguna causa externa. La Tierra no está nunca exactamente en equilibrio. Los movimientos de los océanos masivos, en que el calor se traslada entre capas profundas y la superficie, produce variabilidad en escalas desde años hasta siglos. Los ejemplos incluyen El Niño, la Oscilación Decadal del Pacífico, la Oscilación Multidecadal del Atlántico, etc. Trabajos recientes sugieren que esta variabilidad es suficiente para dar cuenta de toda la variación en la temperatura media global desde el siglo XIX. Seguro que las emisiones de carbono tienen algún impacto. La cuestión importante, sin embargo, es cuanto.
Una respuesta generalmente aceptada es que por doblar el CO2 en la atmósfera (resulta que uno obtiene el mismo valor por doblar idependientemente de por qué valor empiece uno) pertubaría el balance energético de la Tierra en el 2 porciento aproximadamente, y esto produciría un calentamiento de unos 1,1ºC en ausencia de realimentaciones. El calor observado durante el siglo pasado, incluso si todo él fuera por causa del CO2, ni implicaría un calor mayor.
Sin embargo los modelos climáticos actuales predicen que doblar el CO2 podría producir más calor: de 2ºC a 5ºC y más. Ocurre porque en esos modelos, sustancias radiativamente más importantes como el vapor de agua y las nubes, actúan amplificando mucho cualquier incremente que el CO2 pruduzca. Esto se conoce como realimentación positiva. Así, si añadir CO2 reduce la habilidad del sitema para enfriarse emitiendo radiación térmica al espacio, la realimentación positiva reduce aun más esta habilidad.
Está admitido que estos procesos los manejan muy pobremente los modelos, y hay evidencia sustancial de que las realimentaciones pueden en realidad ser negativas en lugar de positivas. Citando solo un ejemplo, hace 2.500 millones de años el brillo del sol era un 20 a un treinta por ciento menor que hoy (comparado a un 2% de cambio en el balance energético asociado con un doblar el CO2) y sin embargo los océanos se mantuvieron sin congelarse y parece que las temperaturas eran similares a las de la actualidad.
Carl Sagan le llamó a esto la Paradoja del Sol Débil. Durante 30 años ha habido un intento infructuoso de resolver la paradoja mediante los gases invernadero, pero resulta que una modesta realimentación negativa de las nubes puede explicarlo (*). Con la realimentación positiva de los modelos actuales esta la solución sería esencialmente imposible.
Curiosamente, según el IPCC el forzamiento invernadero de nuestras emisiones ya es alrededor del 86% de lo que uno espera por doblar el CO2 (vieniendo cerca de la mitad del metano, óxido de nitrógeno, freones y ozono). Y así, esos modelos deberían mostrar mucho más calentamiento del que se observa. la razón de que no lo hagan es que han quitado arbitrariamente la diferencia y la han atribuído a aerosoles esencialmente desconocidos.
El IPCC afirma que la mayor parte del calentamiento (desde 1950) se debe al hombre, asumiendo que los modelos tienen en cuenta correctamente la variabilidad interna. La incapacidad de esos modelos para anticipar el hecho de que no ha habido calentamiento estadísticamente significativo durante los últimos 14 años, o por ahí, contradice esta asunción. Lo que se ha aceptado por la mayor parte de los grupos de modelistas en Inglaterra y Alemania.
Sin embargo, los modelistas prefieren no destacar eso. Al contrario, sugirieron que lo modelos pueden ser corregidos, y que el resultado es que el calentamiento volverá para 2009, 2013, o incluos 2030.
Los entusiastas del calentamiento global han respondido a la ausencia de calentamiento en los años recientes con el argumento de que la última década ha sido la mayor del registro. Aun hablamos de décimas de grado, y el registro mismo ha sido puesto en cuestión. Y como estamos, según ese registro, en un período relativamente caliente, no es ninguna sopresa que la pasada década fuera la más caliente. Esto no contradice de ningún modo la ausencia de calentamiento por más de un decenio.
Dado que la evidencia (y solo he mencionado unas pocas piezas de prueba) sugiere que el calentamiento antropogénico ha sido grandemente exagerado, lo mismo pasa con la base de la alarma. Y sin embargo, el caso de la alarma aun sería débil si el calentamiento antropogénico fuera significativo. Los osos polares, el hielo de verano en el Ártico, las sequías e inundaciones regionales, el blanqueamiento del coral, los huracanes, los glaciares alpinos, la malaria, etc, no dependen de la temperatura media global sino de un gran número de variables regionales como la temperatura local, la humedad, cobertura de nubes, precipitación, y la dirección e intensidad del viento y el estado del océano.
El hecho de que algunos modelos sugieran que el calentamiento global será acompañado por fenómenos alarmantes no implica lógicamente que cambios en esos fenómenos impliquen calentamiento global. Eso no quiere decir que los desastres no vayan a ocurrir; siempre han ocurrido, y eso no va a cambiar en el futuro. Luchar contra el calentamiento global con gestos simbólicos ciertamente no lo cambiará. Sin embargo la historia nos dice que la riqueza y el desarrollo pueden aumentar profundamente nuestra resistencia.
Uno se podría preguntar por qué ha habido ese asombroso estallido de alarmismo en los últimos cuatro años. Cuando un tema como el calentamiento global lleva con nosotros más de 20 años, se desarrollan muchas agendas para explotar el asunto. los intereses de los movimientos ambientalistas para adquirir más poder, influencia y donaciones, son razonablemente claros. Como también los intereses de los burócratas para los que el control del CO2 es un sueñohecho realidad. Después de todo el CO2 es un producto de la respiración misma.
Los políticos pueden ver la posibilidad de los impuestos que serán aceptados alegremente para salvar la Tierra. Las naciones imaginan cómo explotar este asunto en aras de conseguir ventajas competitivas. [[Solo que si están dirigidas por Zapatero se equivocan. Nota del T]]. También las empresas privadas. El caso de Enron (que ahora es una empresa de energía de Texas quebrada) es ilustrativo. Antes de desintegrarse en un alarde pirotécnico de manipulación sin escrúpulos, Enron era uno de los lobbystas más intensos a favor de Kyoto. Esperaba convertirse en una firma traficante de derechos de emisión de carbono. No era una pequeña esperanza. Estos derechos seguramente alcanzarán billones de dólares [trillions en americano -N del T], y las comisiones alcanzarán muchos miles de millones.
Probablemente no sea un accidente que el mismo Al Gore esté asociado con esas actividades. La venta de indulgencias esta a plena marcha, con organizaciones vendiendo compensaciones a la huella de carbono, y admitiendo a veces que las compensaciones son irrelevantes. las posibilidades de corrupción son inmensas.
Finalmente, hay individuos bien intencionados que creen que aceptando la visión alarmista del cambio climático, demuestran inteligencia y virtud. Para ellos, el bienestar psíquico está en juego.
Claramente, la sensación de que el calentamiento pudiera haber parado provoca una sensación de urgencia. Para aquellos comprometidos con las agedas más venales, la necesidad de actuar pronto -antes de que elpúblico aprecie la situación, es una necesidad real. Sin embargo, la necesidad de resistir con coraje la histeria es igualmente clara. Gastar recursos en una lucha simbólica contra el siempre presente cambio climático no es sustituto para la prudencia.
El dr. Richard S. Lindzen es el profesor de ciencia atmosferica de la cátedra Alfred P. Sloan en el MIT. Escribió este artículo para The Free Lance-Star en Fredericksburg, Va.
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Nota (*): Precisamente acaba de salir un estudio que parece explicar bien la paradoja del sol débil (Faint Sun Paradox). Se trata, en parte de la nubes, como apunta Lindzen, y en parte en que entonces no habían surgido los continentes, y la tierra estaba rodeada toda por un mar global. Y el mar tiene mucho menos albedo que la tierra. Menos sol, pero menos albedo. También han descubierto, por las rocas formadas en aquella época, que no había suficiente CO2 para poder explicar el fenómeno, ni siquiera los más opimistas creyentes de la magia del CO2 y las realimentaciones positivas prodigiosas.
Tiene una traducción Luis I. Gómez en Desde el Exilio:
La Paradoja del sol débil: no eran los gases de efecto invernadero, eran los océanos