PP: chiringocracia y choriceo van de la mano.
El PP no expedienta ni investiga a sus presuntos corruptos, ni aunque estén a un milímetro de ingresar en la cárcel. Tampoco les exige que dejen sus escaños, ni les expulsa del partido por no hacerlo, con lo que a la corrupción le añaden el oprobio de ser introductores de presuntos chorizos en el parlamento nacional. Y acogedores de presnuntos chorizos en su propio grupo parlamentario.
¿Será que el PP es un partido “manga ancha”, donde todo cabe -incluso el chorizo? Pues depende. La última parte es cierta, la de que cabe incluso el chorizo. La primera, la de todo el mundo, no. Por ejemplo, no cabe Nerea Alzola.
Sorprendente que en el PP no quepa Nerea, que ni está gorda por la pasta, ni pringada por el chorizo. Pero, amigo, con la chiringocracia hemos topado. Alzola es crispadora, porque no traga. No traga el chorizo, ni traga el buen rollete del todo vale si es para el convento. Es, por tanto, una apestada nata en el país de la mierda.
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¡Cordón sanitario para Nerea Alzola!
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¡Al pacto del PPinell con la hereje!
Y la conclusión inevitable en todo chiringuito: expediente de expulsión a todo el que no dobla la cerviz ante los deseos y atropellos del déspota. O despotilla acomplejado en este caso.
No conozco a Nerea, aunque me la haya encontrado muchas veces. Prácticamente no hay acto anti ETA en el País Vasco en el que no esté presente. Y por mi breve experiencia en la payasada del partido de Rosa Díez, en las elecciones no hay carteles del PP en Bilbao que no hayan sido pegados por ella, o por Carlos García. También se da la circunstancia, no sé si anecdótica o indicativa, que justamente esos dos eran los únicos “pegacarteles” con los que al encontrarte hablabas con la naturalidad y civilización que se podría esperar, en vez de recibir miradas de odio y recelo.
Nada nuevo en Chiringolandia. Disciplina de militares y honor de forajidos. Mezcla que solo puede producir lo que hay: la cueva de Alí Babá.
Un abrazo, Nerea. Tu expediente te honra porque a los cleptócratas no les pasa. Y desde fuera del albañal es más fácil soñar que un día derribaremos los chiringuitos y encarcelaremos a los 40 de la cueva. Y al resto de la pringada. El bobo ni siquiera cuenta.