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Cuando todos los caminos conducen a Roma

Cuando todos los caminos conducen a Roma, sabes que estás en un imperio. Sabes que no hay discusión; y un emperador manda, mientras los demás aceptan, tenga o no tenga razón. Así sea que Calígula nombra a Incitatus cónsul de Bitnia, o senador, todos los caminos conducen a Roma.

Lo mismo pasa con el clima, o con lo que ahora llaman cambio climático, o calentamiento global. El club de Roma ha decretado que el clima es culpa del pecado original, la manzana de Eva, la industrialización, el desarrollo, la riqueza, la democracia, y todo aquello que saque la patita fuera de la Edad Media y del imperio del sátrapa sobre la población. Y ya no hay más. Establecido el decreto, todos los argumentos conducen a Roma. Si hace calor, es calentamiento global; y si cae la peor nevada desde que hay memoria, también es calentamiento global. Inundaciones, sequía, o lluvia normal, o lo que quiera que haya, todo será culpa de tu pecado y de las chuletas que te comes. Y las cosas, cualquier cosa, van mucho peor de lo que habíamos pensado.

El Ártico se va a quedar sin hielo. Mucho antes de lo “previsto”. Por el albedo. Si el hielo disminuye notablemente, como en 2007, hay menos hielo que refleja la luz del sol. Y por tanto más calor que se queda en la Tierra. Ese calor provocará más deshielo, que a su vez dará más calor, y este calor dará  más  deshielo, y así en una “espiral de muerte” hacia un Ártico de aguas libres.

No explican muy bien por qué un Ártico de aguas navegables vaya a ser “la muerte”. Todo lo más, historias lacrimógenas sobre los osos polares. Y como todos los argumentos conducen a Roma, nada te contarán sobre las dos últimas épocas en que no hubo banquisa en norte. Hace 6.000 - 7.000 años, y durante el anterior interglaciar (Eemiense). Durante la primera de ellas, la más cercana, sabemos que a los osos no les pasó nada, porque aquí siguen con nosotros. No desaparecieron. Y en el Eemiense, acaban de descubrir que sí pasó algo importante con los osos polares. Fue, precisamente, cuando aparecieron.

De la revista Science [–>]:

Excavando en la tundra helada del archipiélago Svlabard (Spitzbergen), han descubierto los restos del oso polar más antiguo jamás encontrado. Los análisis de DNA muestran que el individuo -un macho adulto,  vivió hace 120.000 año. El estudio también muestra algo muy raro en el registro fósil: una instantánea evolucionista de cuando una especie se transforma en otra.

El DNA y la localización del hallazgo sugieren que los osos polares estaban justo empezando a extenderse por el Ártico entre las dos úlitimas glaciaciones, cuando el clima de la Tierra era más caliente que ahora. En unas mil generaciones, Urus Maritimus se transformó  de un oso pardo achaparrado a un oso de cuello largo con gruesas capas de grasa y ese característico abrigo blanco. El área de Svalbard, al norte del círculo polar,  y lejos de los competidores del continente, ofrecía el refugio adecuado donde los osos podían sobrevivir durante el período cálido antes de la última glaciación, y entonces empezar a adaptarse a la vida en un océano congelado. [-->]

Argumentos opuestos, pues. El calor como una espiral de muerte para el Ártico y su icono, el oso polar; y el calor como una espiral de vida para la aparición del icono del Ártico.

¿Quieres otro ejemplo? El albedo. La disminución del hielo (y del albedo) en 2007 era el comienzo de la “espiral de muerte”.  Pero el aumento del hielo (y del albedo) a partir de 2007 no son, al parecer, el fenómeno contrario.

Pongo lo del hielo y el albedo en un gráfico “guarreado”. Uso el cuadro del IARC - JAXA [–>] de hoy, y le añado:

  • una ampiación para que se vea la diferencia de hielo, según años.
  • en amarillo, los meses de influencia del albedo, porque hay sol en el polo norte.
--

Pero, como se ve, no hay manera; ni más argumento que el que lleva a Roma. Perdón, al Club de Roma –>.