Cuando veas las barbas de Grecia pelar, ponte a la cola.
[caption id=“attachment_10583” align=“aligncenter” width=“350” caption=“Oliveri / Faro de Cantabria”][/caption]
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Está muy bien eso de que España se haga cargo del doce por ciento del rescate de Grecia. La mitad que Alemania. Hay que ser solidarios y, sobre todo, chulos. Total, como el dinero que gastan los gobiernos socialistas no es de nadie, ¿a quien le importa?. Lo malo es que a base de no ser de nadie, lo mismo ocurre que en realidad no existe. Porque si nosotros rescatamos a Grecia, es de imaginar que dentro de poco Grecia nos rescatará a nosotros, en educada correspondencia. Y así, corriendo la bola, la cosa tiene bastante pinta de fantasía, o de dinero imaginario. Que no es de nadie, vaya.
¿Se puede salvar a los países con dinero imaginario, también llamado dinero zapatero? A mi que me registren, pero si dejan el problema en manos de la SGAE, que te cobra por lo que no quieres ni regalado, seguro que sí. Supongo que la idea consiste en que el personal apoquine con sus bienes presentes y sus trabajos futuros para salvar al estado, después de haber hecho exactamente lo mismo para salvar a los bancos. Bueno, y para salvar al cine español y a las discográficas americanas, y para salvar y mantener a los sindicatos, y para dar trabajo a los miles y miles de asesores de los políticos, y para mantener 17 parlamentitos identitario-folclóricos, o hacer una Babel artificial del senado, y … ¿sigo?
Aprietate los machos, que estamos jodidos. Nuestro gobierno y sindicatos aplauden porque Grecia toma unas medidas de las que abominan en casa. Lo que ya te va indicando que dentro de poco tendrás taza y media.
“Hay que elegir entre la catástrofe o el sacrificio”, nos explica Papandreu. Y parece una apuesta segura. Lo que no dice Papandreu, ni te dirán los nuestros, es si el estado que te chupa la sangre y el futuro debe servir para que las cosas funcionen y a la gente le vaya bien, o debe servir para hacer ideología, o rescatar guerras desde los libros de historia. O, ya puestos, para mantener una capa enorme de chupópteros con la disculpa de la identititis, de la cultura “propia”, de la alegría de la ceja, o de vaya usted a saber.
Ya que viene la pobreza, y con ella presumiblemente cierta cantidad de tiempo libre, se podría aprovechar para pensar. Y lo primero podría ser pensar de quien es el estado. ¿De una patria? ¿De unos montes? ¿Del viento? ¿De una ideología? ¿De una cultura? ¿De un idioma? ¿De un partido?
- Oiga, ¿y no será de los paganos cuyo presente se va a arruinar, y futuro se va a hipotecar?