La lavandería de asesinos.
Desde que detienen más o menos a diario a cada nuevo jefe de ETA que ponen, no dejan de aumentar los runrunes sobre “oportunidades”, “negociaciones”, “paces”, “fines de la violencia”, y por ahí. Es de suponer que todos se refieren a distintas versiones de lo mismo. Y ya que tanto insisten, desde diferentes ámbitos, convendría hacerse una idea de qué diablos están hablando.
Por ejemplo, parece claro que los profesionales de la “resolución de conflictos” están bastante nerviosos. Cualquiera diría que tienen miedo de quedarse sin juguete. Sin conflicto. Y se entiende; si se quedan sin criatura, ya no tendrían nada que hacer.
Son un poco especiales. Afirman que existen posibilidades para «acabar con el último conflicto que queda en Europa» [–>]. Con lo que ya nos están diciendo muchas más cosas horribles de las que quisiéramos oir. Por ejemplo que para estos próceres de la paz solo son conflictos aquellos en los que hay por lo menos un bando que asesina. Lo demás no son conflictos, y no merecen su nobelesca (de la paz) atención. Pero si hay un bando que asesina, ¡pardiez!, habemus conflicto y hay que mediar entre las partes. Entre asesinos y asesinados -o asesinables, es de suponer. Y hay que llegar a algún apaño, donde todos ceden, para que unos dejen de asesinar.
Ahora peor, en realidad. Ahora parece que hasta los asesinos, y adyacentes, han llegado a la conclusión de que asesinando no consiguen gran cosa. Y piensan que tal vez pueden vivir mejor con otra táctica.
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Y ya tenemos a todos los arregla conflictos organizando la lavandería de asesinos, no vaya a ser que la actividad criminal cese por causas entre naturales, y propias del estado de derecho. Momento en el que ya no habría conflicto, ni por tanto nada que arreglar.
El jefe de la lavandería, Brian Currin, tiene una forma peculiar de razonar.
En primer lugar, formula un emplazamiento directo a ETA para que declare «un alto el fuego permanente y completamente verificado», con el objetivo de que «la adhesión a las vías pacíficas, democráticas y no violentas sea irreversible».
Acto seguido, destaca que una declaración en este sentido debería ser «debidamente respondida por el Gobierno español», y se recalca que ello «permitiría que los nuevos esfuerzos políticos y democráticos avancen, que las diferencias sean resueltas y que se alcance una paz duradera». [-->]A ver, Currin, colega; me expliques. Los asesinatos no han resuelto las diferencias, porque dices que todavía hay que resolverlas. Y propones que el ceso de los asesinatos conduzca a que "esfuerzos políticos y democráticos" las resuelvan. ¿Como? ¿Cambiando nuestras leyes y nuestra democracia a modo de premio a los asesinos?
Aquí hay un error de concepto, sea interesado, o sea simplemente una aberración moral. Los asesinos no son unos pobres pringados inmersos en un problema que no les ha dejado otro camino que asesinar. Puesto que ahora parecen opinar que pueden prescindir de los asesinatos, a la mismísima conclusión podían haber llegado antes. Si ahora no están obligados a matar, tampoco lo estaban antes.
Los asesinos no son buenos, ni mucho menos respetables, por dejar de asesinar. Y los que les han estado aplaudiendo y comprendiendo porque políticamente les convenía, igual. Solo son una pandilla de hideputas que especulan con la conveniencia de asesinar, ahora sí - ahora no. Si ahora opinan que asesinar no es una buena idea, ni una herramienta política muy presentable, bienvenido sea el cambio. Pero no es una fiesta; solo es algo que llega tarde, demasiado tarde. 800 asesinatos tarde.
Y tarde, todos. Los asesinos y su mundo, por su culpa; y el estado de derecho por su incapacidad a tiempo. Cuidadito con las fiestas, que de “alegría, coño” ya hemos visto suficiente. Y con las lavanderías, más cuidado todavía, cuando tratan de disimular la mierda en vez de limpiar de verdad.