Lenguas sin precio
Se ha hinchado Montilla a declarar, para explicar la payasada del Senado lleno de pinganillos, que las lenguas “no tienen precio”. Y sin embargo las compramos, y pagamos por ellas. ¿Como funcionará la compra de lo sin precio? Algo así:
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Cliente: ¡Qué camisa tan bonita! ¿Cuanto cuesta?
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Tendero: No tiene precio
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Cliente: ¿Como? ¿No la puedo comprar?
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Tendero: Sí, por supuesto que sí. Solo que usted se la lleva ahora, y sin poner dinero. Y después va pagando poco a poco, sin que se sepa ni cuanto, ni hasta cuando.
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Cliente: Pero es que entonces puede salir carísima.
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Tendero: Imposible, puesto que no tiene precio.
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Ciente: ¿Y no podría ponerme un ejemplo de lo que se va pagando?
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Tendero: Sí, claro. Usted se la lleva, como he dicho, sin soltar de momento ni un euro. Pero eso no quiere decir que no pague nada, porque al llevársela se convierte automáticamente en su “camisa propia”, y eso conlleva una serie de vicisitudes. Por ejemplo, a partir de ahora usted no puede elegir alegremente qué camisa se va a poner, sino que hay muchos momentos en los que solo podrá usar su “camisa propia”, que solo será esta. También tiene que participar, mediante los impuestos, en la carísima tarea de convencer a los demás de que esa es su exclusiva camisa propia. Y como no se sabe cuanto tarda eso, no se sabe cuanto tiempo estará pagando.
Así mismo ocurre que los empresarios de por aquí no pueden contratar a gente de más allá de a frontera de la camisa, porque no la tienen por “camisa propia”. Eso encarece la producción, y aumenta la ineficiencia de las empresas, por lo que usted pagará más por cada cosa que compre. Pero nadie ha podido calcular realmente el alcance de esta parte del precio. También tiene que saber que cuando estudie, solo podrá estudiar con esta camisa. Y como es un poco rarita -digamos manifiestamente minoritaria y marginal, su acceso a la literatura de estudio de mayor fundamento, y al contacto con colegas de estudio, se verán en algún modo restringidos. Menos conocimiento por el mismo precio, y por lo tanto otro costo añadido de la camisa de marras. Como los anteriores, imposible de medir.
¿Sigo?
- Cliente: No, gracias, ya no me gusta la camisa. Y menos me gusta la idea de tener una “camisa propia”, con lo bien que estaba sin esa idea aberrante.
Lengua propia es un término jurídico propio de la legislación española ... [-->]- Tendero: ¡Joder!, uno listo. Va a haber que pensar en una ley de la camisa propia. ¿Me servirá la salvajada aquella del Estatuto De Galicia parida por el fraguista Fernández Albor?
La lengua propia de Galicia es el gallego.¡Seguro que sirve! ¿No es cierto que las camisas no tienen precio? Además, sr. Cliente, con una ley así, que a usted le guste a camisa que nosotros definimos como su “camisa propia”, dará igual.Los poderes públicos de Galicia garantizarán el uso normal y oficial de los dos idiomas y potenciarán la utilización del gallego en todos los órdenes de la vida pública
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Cliente (por lo bajinis): Y sin embargo nos la cobras, ¡cabrón!
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Cliente (en voz normal): ¿Y esto de la crisis y los recortes, y la pasta que nos quitan, no le afecta a las camisas?
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Tendero: ¡Nein! Las camisas no tienen precio.
- Cliente: No, y las payasadas tampoco, al parecer.