Somos imbéciles II; la relación con MD y UPyD
Ayer veíamos que somos imbéciles [–>]. No solo nos dejamos putear y chulear por los políticos, sino que además les votamos. Como para que quepan dudas. Y lo peor es que cuando tratamos de evitarlo, no se nos ocurre nada mejor que crear nosotros mismos un grupo mafioso. Con lo que no salimos de o imbéciles o de caraduras. Nada como mirar el caso de UPyD.
El MD [–>], muy amable, nos invita a los ex tontos de UPyD a participar. Pero gato escaldado mira la olla con recelo, a pesar de que se trate de amigos. Y haber sido tontos una vez no quita necesariamente cierta capacidad de aprendizaje. ¿La tenemos?
Este es el engarce que veo entre el MD y lo de las máquinas euskomultantes que funcionan mal, no se entienden, y cambian arbitrariamente de normativa [–>]. A la vista, como no, de la lección de la experiencia de UPyD.
¿Alguien ha visto unas elecciones municipales donde se discuta el modo de funcionamiento y las circunstancias de las putas máquinas de multar a los coches aparcados? ¿O el plan municipal de urbanismo? ¿O la cuantía adecuada de la tasa de recogida de basuras? ¿O del control sobre los contratos municipales, o sobre la eficacia de las empresas subcontratadas por ayuntamiento? ¿Y del presupuesto municipal?
¿No, verdad? En general se trata de discutir si somos galgos o podencos. Y así, si soy separatista, o antiseparatista, o socialista, o de derechas, voto por lo que soy. Y el presupuesto que lo miren los listos. Con lo que estoy asegurando que nos las den por todas partes, y además que levanten la pasta a espuertas, y nos dejen colgados con la deuda. ¿No os suena?
Cuando íbamos a arreglar la política del país y a regenerar la democracia, siguiendo la bandera de una amplia corriente de opinión recogida por un sabio más bien miope, y su esforzada tropa de héroes profesionales, no nos hablaron de ninguna cuestión municipal. En los ayuntamientos no se discute sobre la distribución territorial de competencias, ni sobre educación, separación de poderes, o Estado Federal Cooperativo de Intensidad Media. Y sin haber hablado ni de farolas o alcantarillas, ni de presupuestos o planes municipales de urbanismo, ni tan siquiera de la corrupción del suelo como fuente principal de financiación de los partidos (mafias) políticos, ¿cómo podíamos saber que estábamos de acuerdo? Sencillamente, no podíamos.
Y entonces, ¿cómo podíamos saber que íbamos a apoyar y a votar a UPyD en unas elecciones municipales? Absurdo. La paradoja solo tenía dos salidas; o que UPyD no se presentara a las municipales, o que se partiera de la base de que sus afiliados eran libres de apoyar al partido que fuera en esas elecciones, y de combatir el proyecto local de UPyD en caso de desacuerdo con él. Pero la grotesca realidad es que lo que se esperaba es que reaccionáramos como podencos, apoyando acríticamente a “nuestro” grupo, nuestra cosa. Que en Sicilia llaman “cosa nostra”.
El sistema de pensamiento de los animales humanos tiene estas cosas. Al explicarlo parece muy racional. Pero si sigues el hilo del porceso, te encuentras con que pasas de la eusko-ota, y un cabreo cósmico, a preguntarte por si el MD ha resuelto la paradoja municipal. Y no hay una relación directa entre el partido de los amigos y las malditas máquinas atracadoras. Solo se da la casualidad de que Maleni te reenvía un email del MD, justo en el momento del enfado furibundo.
Y entonces, “clic”, “clic”, esa extraña base de datos relacional que tenemos por cerebro empieza a funcionar autónomamente. Máquina –> multa –> alcalde mamón –> sabio miope –> UpyD –> MD –> pardillos incombustibles. Y no queda otro remedio que empezar a hacer preguntas.
¿Somos imbéciles? ¿Somos caraduras? ¿O, esta vez sí, somos otra cosa? That is the question.
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