13 años de la mayor ignonimia
Miguel Ángel Blanco. Probablemente la peor linea roja traspasada por el nacionalismo asesino, y por el nacionalismo recoge nueces también. El último cruce en el que todavía se podía elegir entre un camino más o menos englobable en un mundo al que se puede llamar civilizado, o se elegía la vileza sin retorno.
Los recoge nueces eligieron su camino, y desgraciadamente, increíblemente, acertaron. No parecía posible. Todo el mundo se llevaba las manos a la cabeza. ¡Están locos! Van a quedar apestados para siempre si no se ponen enfrente de los asesinos después de este horror.
No teníamos ni idea de donde estábamos. No nos dábamos cuenta de lo poco que dura el recuerdo del horror en la chiringocracia, cuando hacen falta unos votos y unos aliados políticos para vencer al “enemigo”, que, ¡qué curioso!, nunca son los asesinos.
Hemos ganado el campeonato del mundo de fútbol, sí. Se conoce que hay una generación que le da bien a balón. Incluso que piensa, organiza, y hace equipo … si de pelotas de cuero se trata. Lástima que no pase lo mismo con las “pelotas” de verdad. Porque en este 13º aniversario, si algo hay que recordar, que aprender, es que ni los asesinos ni los recogenueces son nada, ni pueden hacer nada, solos. Sin nuestra ayuda.
España no tiene un problema insoluble de terrorismo ni de separatismo. Lo que tiene es un problema de no saber distinguir las rayas rojas. Lo que se puede y lo que no se puede. Por ejemplo apoyarse en la vileza, y en los que se apoyan en ella. Y eso sí que no tiene solución. Así, gana siempre la ignonimia. Y así, lo que ocurre -por duro que sea verlo, es que les hemos dado la razón a los asesinos y a los recoge nueces. Cometieron la brutal vileza, y les salió gratis. Ni siquiera han perdido amigos, y probablemente lo contrario.
Miguel Ángel Blanco es una especie de culpa colectiva de España. Recordamos con emoción el sentimiento (casi) universal que despertó; las manifestaciones en todas partes; la espera; y el espanto. El sentimiento no cuesta. Pero olvidamos las consecuencias: n i n g u n a. Ante problemas sin solución, mucho mejor celebrar lo del fútbol. Que aproveche, mientras dure. ¡Qué asco! Y qué buen rollito que llevamos.