Lampo, el perro de la ferrovia
Dedicado a "Delenda Galera est" y a los hospitalarios jefes actuales de la estación.
--Una bonita historia pillada hace meses por ahí:
Lampo, el perro que tomaba trenes
--En la estación de Campiglia Marittima situada en la región de Toscana en Italia, hay un pequeño monumento que representa un perro, pata derecha extendida junto a una tapa de una ordenanza del ferrocarril dedicada a Lampo el perro viajero.
Elvio Barlettani, su amigo humano en 1962 escribió un libro reeditado en 2002 sobre la vida del viajero de cuatro patas. Este libro es un afectuoso tributo a un perro excepcional, y una historia real que se lee, casi, como un cuento.
La historia comienza un caluroso día de agosto de 1953 cuando sin saber de donde había venido, llegó en un tren de mercancías a la estación ferroviaria de Campiglia.
Elvio, que trabajaba en el despacho de billetes, observó que de uno de los vagones saltó algo,..era un perro. A primera vista le pareció un chucho de lo más ordinario, pelo blanco, manchas de color castaño y una raza indefinida. Olfateo el aire, se estiró perezosamente, miró a ambos lados para orientarse y se dirigió hasta una fuente cercana donde se puso a beber con avidez. Seguidamente se dirigió hacia la oficina de Elvio, comenzó a mover la cola, a ladrar y a restregar su hocico contra sus piernas. Fue el comienzo de su amistad.
Desde aquel día de 1953, el perro se convirtió en su sombra, le seguía a todas partes por la estación e incluso le acompañaba al restaurante donde comía todos los días. Se hizo amigo de todos los empleados de la estación que demostraban un gran interés por él. Como había llegado misteriosamente e inesperadamente a sus vidas, decidieron llamarlo Lampo, que en italiano significa Destello.
Lampo pasaba los largos días observando los trenes de mercancías, pero su lugar predilecto era el despacho de billetes. Al final de cada jornada a su vuelta a casa, Elvio le resultaba muy difícil persuadir a Lampo para que no le siguiera, él tomaba el tren de regreso a su casa en Piombino y el perro corría un largo trecho hasta que se convencía de lo inútil de su esfuerzo,..día tras día ocurría la misma situación un tanto peligrosa para el canino.
Un día de finales de otoño, en su regreso rutinario a Piombino se dio cuenta de que Lampo estaba echado a sus pies,..como si viajar fuera la cosa más natural del mundo levantó la cabeza y le miró con expresión satisfecha…Como diablos conseguiste subir?, lo cogió por el pescuezo y lo empujó debajo del asiento. Afortunadamente el viaje era corto y el revisor no se presentó en ningún momento.
Fue un día de presentaciones familiares, su esposa Mina, y su hija Mirna de cuatro años fueron aceptadas por Lampo de un primer momento. A la hora de la cena fue el invitado de honor y el centro de atención de todos, además era evidente que el animal se sentía a gusto con los Barlettani. Después de la cena el perro comenzó a mirar con ansiedad hacia la puerta, cuando la encontró abierta, salió velozmente y desapareció..Increíblemente volvió a la estación de Campiglia, había tomado el tren solo, para regresar a su hogar.