¿Merece la pena Cataluña, o puerta?
Veo a la peña muy preocupada por las elecciones autonómicas de Cataluña. No acabo de entender por qué.
Un país más grande, en población, tamaño, economía, suele ser mejor. Da más posibilidades. Para trabajar, para contratar, para producir, para vender, para estudiar. Y para estar. Pero eso no lo es todo. Y si ese país más grande no es un país funcional, entonces no merece la pena de ningún modo. Sudamérica está llena de países muy grandes y muy ricos, y muchos de ellos son una mierda. Menos, Brasil, que al menos tiene samba. Pero, ¿dónde vamos con la sardana?
Llevamos 30 años dorando la píldora a los separatistas catalanes para que no se separen. Y no ha funcionado. Ni va a funcionar nunca, porque toda la sustancia de la pretensión catalanista es que ellos son más guapas, y resulta que a los demás no nos lo parece. Pero mientras tanto, con tanto dorar hemos jodido España.
Es el chantaje perfecto. Parece el matrimonio entre un chulo caradura, y una idiota enamoradiza.
- Que como me hinches las narices me voy, ¿eh?
- No, no, por favor. Lo que tú quieras. Pégame, pero no me dejes.
Eso siempre ha tenido solo dos soluciones. Una es muy mala, y la otra es ...–
--Hemos creado las 17 taifitas, que nadie necesitaba. Hemos importado la política cizaña de pensemos en nosotros y no pensemos en el conjunto. Y así el conjunto no funciona. Y la llave del chiste está en manos de los maestros de la corrupción política, ahora 3%, luego 4%, y después te contaré. De La Rosa, Pascual Estevill, Prenafeta, y la biblia en verso.
Los catalanes no se fían ni de los catalanes. Por eso nunca ha habido un gran banco catalán, a pesar de que era la región más rica e industrializada de España. Será que se conocen. Lo intentó incluso Jordi Pujol con Banca Catalana, y ya se vio la confianza que merecía. Acabó siendo otro banco vasco. Eso sí, las cajas, la banca del trapicheo político, eso les mola, y lo bordan. Pero ningún país va bien con eso.
Ningún país funciona sobre la desconfianza. Es la anitiamérica, la anti shaking hands. Ningún país funciona a base de que todos quieran ser la niña bonita del baile. O de que todo el mundo pretenda engañar a todo el mundo, porque se cree más listo. Como en Argentina.
Cataluña, en este momento, no tiene nada que ofrecerle al resto de España. Tampoco le importa. Chupa del bote, y pretende negociar su aportación al común, copiando la aberración vasca que habría que quitar. No es un sitio para ir a trabajar, por el idiomita. Si hay que aprender un idioma para trabajar unos años, mucho mejor un país con un idioma útil de verdad. De ir a estudiar, ni hablemos. Venderles es cada vez más difícil, y comprarles cada vez menos apetecible. Y de visita … ¡uf! Pero Cataluña sí tiene mucho que joder al resto de España. La política de la cizaña. El trapicheo. La insolidaridad. El paletismo. La identititis. La mentira por sistema. La hiper burocracia. Editoriales conjuntos. Y la nacional corrupción, adornada de lloriqueo. Nunca hagas panda con un llorica. Y lo peor es que es contagioso. Cataluña, hoy, es contagiosa.
¿Merece la pena conservar a Cataluña en el equipo? Yo lo dudo mucho. O muchísimo. Sería más sensato plantearles que, o dejan de joder, o puerta. Las infecciones están mejor fuera.
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Aunque también es posible que ya estemos muertos, Zapatero, y no lo sepamos.
Y probablemente la partición sea ya inevitable. Con la dinámica que llevan una partes y otras, y unos partidos y otros, prácticamente están obligados, aunque no quisieran. Que no parece que quieran mucho, porque si no proclamarían la independencia sin más, sin que Zapatero diga ni mú. En ese caso la cuestión sería otra. ¿Les vamos a dejar que se vayan como les de la gana, con lo que les de la gana, o vamos a coger ese toro por los cuernos?