¡Por dios, salvemos el catalán!
Tratábamos de saber ayer si Cataluña merece la pena, o mejor puerta [–>]. Y os avisaba del peligro de juntarse con lloricas. Siempre es mala idea; los lloricas no son trigo limpio. Solo quieren darte pena con lo que no merece lástima. (Si la mereciera, no necesitarían lloriquear para conseguirlo). Y una vez han conseguido tu pena, ¡zas! te cae el sablazo. O cosas peores.
Aprovechando la discusión, Jonkepa nos presentó a una tropa nacionalista, bastante completita. Desde el nacionalista inteligente y de buenas formas que cuando de rebates un argumento (lo destrozas más bien) hace como que no ha oído, hasta el nacionalista más habitual, el mastuerzo - que aunque oye, no entiende. El asunto iba de que los catalanes se sienten cada vez menos españoles [–>], según una encuesta que sacan.
Es lógico. ¿Qué mejor asunto que el auto sentimiento (el sentimiento sobre sí mismo) para un llorica? Para inspirar lástima hay que ponerse primero en fase autocompasiva. Y para eso hay que empezar por preguntarse -¿y tú qué te sientes, criatura? Además resulta completamente LOGSE.
Y el segundo asunto favorito del llorica identitario es la lengua, si tiene la suerte de guardar en el armario una lengua en desuso a la que se le puede sacar partido. No falla:
Fent una recerca amb el Google amb la clau ”salut de la llengua catalana” he trobat les següents respostes: Seriosos dubtes sobre la salut del català, dels que se’n salva, en part el territori del Principat [-->].Aunque en este caso el autor es la version mastuerza y más habitual del nacionalista, el argumento les es tan querido -y posiblemente necesario, que lo usan todos. Tambíen Montilla, como hoy mismo nos cuenta Mikel Buesa en Català a la Universitat [–>]. Muy en llorón, todo parte de un autoengaño que sale de una metáfora especialmente desafortunada: lengua viva / lengua muerta; la salud de una lengua.…/…
Amb ells convido a JonKepa a respondre una senzilla pregunta: Li agradaria a ell per la llengua castellana, que és la seva, un present i un futur tan problemàtic com el nostre? I, si li sobra temps podria encara preguntar-se si li trobaria acceptable haver de mantenir amb els seus recursos associacions com Omnium cultural en defensa del seu idioma, una defensa que paga peatge per obtenir per altres medis la protecció que li hauria de donar l’Estat espanyol i que, burlant-se del mandat constitucional, no li dona.
Para cualquiera con un poco de perspectiva (los nacionalistas no valen aquí), la idea de “lengua viva” es una perfecta idiotez. Y se podría evitar hablando con un poco de propiedad: lenguas habladas / lenguas no habladas. O lenguas con y sin hablantes. Y lenguas de tal o de cual extensión (nº de hablantes). Todas las metáforas tienen sus problemas cuando al corto de mente le da por tomárselas literalmente. Pero, puestos a meterse en pensamiento cojonudo, es mucho más real la metáfora de la lengua como herramienta que la del ser vivo. Y entonces le preguntaríamos al mastuerzo:
¿Sería un drama para tí, escritor de pluma estilográfica, que la salud de esta herramienta de escribir fuera tan problemática? O mejor, ¿tenemos que preocuparnos los demás porque tú te montes dramas con chorradas semejantes?
La metáfora funcionaría bastante mal, ¿no es cierto? Aunque siempre cabe la posibilidad de que el llorica insista con la gimnasia mental, y trate de encalomarnos la imagen de Lalla Rooke aislada en Inglaterra como última hablante de la lengua tasmana, sin poderse comunicar con nadie. Y que trate de asociar ese drama lacrimógeno y surrealista a su propia situación. Lástima que algo así no pueda darse en una sociedad medianamente desarrollada, por definición. Porque el sistema educativo impide que ningún grupo lingüístico suficientemente minoritario se quede colgado de una lengua con visos de desaparición, sin aprender otra con mejores posibilidades para la comunicación.¡Ah! -dirá el lacrimógeno-, pero es que esa otra lengua no es “la mía”. Pues depende. Depende de que la domines lo suficiente, o que no. Si no la dominas, es por tu culpa. Porque tienes todas las oportunidades para hacerlo. Y si la dominas, tienes un problema tan grande como quien no quiere escribir con bolígrafo, porque le mola más la estilográfica, para la que ya no encuentra el papel adecuado. Será un problema subjetivamente terrorífico, pero no es un problema que deba preocupar a los demás.
El catalán, como cualquier otra de las aproximadamente seis mil lenguas que existen, se hablará más, o se hablará menos. Y eventualmente se dejará de hablar, como todas las demás. El castellano, sin ir más lejos. Supuesto culpable de la imposible “mala salud” del catalán. Y sin embargo, si nos plantaran a la mesa a Rodrigo Díaz de Vivar, no seríamos capaces de entendernos con él. Por la sencilla razón de que el castellano es otra más de las innumerables lenguas ya no habladas, sin que a nadie le pase nada por ello. Ni nos haga llorar.
¿Nos imaginamos a un cretino queriendo rescatar el castellano genuino, el del Cid, y obligando a todo el mundo a aprenderlo, por aquello de las esencias telúricas? Pues eso.
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Añadido. Una cita:
'Nobody can suppose that it is not more beneficial for a Breton or a Basque to be a member of the French nationality, admitted on equal terms to all the privileges of French citizenship... than to sulk on his own rocks, without participation or interest in the general movement of the world.' John Stuart Mill.--
Enlaces.
Lo mismo, mucho mejor expresado: