Mujercitas
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Se han cabreado las “fashionarias” por el ya famoso artículo del Frankfurter Allgemeine, señalado por El Mundo [–>]. Y no podía faltar el contraataque del manual feminista: nos faltan el respeto por ser mujeres.
En realidad les han llamado “muñequitas” de Zapatero. Las muñecas son unos juguetes, vacíos por dentro, a los que se les quitan y ponen trapitos. Y en política, o en la vida pública, hay un montón de mujeres a las que nunca nadie les llamaría “muñequitas”, por miedo a caer en un espantoso ridículo. ¿Alguien se imagina a un periodista con la osadía de llamar “muñequita” a Angela Merckel, Condolezza Rice, o Hillary Clinton? Aun más; ricemos el rizo. ¿Alguien ha hecho risas por los atuendos o por los posados de una política con indudables atractivos de diversa índole, y elegancia, como Ségolène Royal? ¿O, en versión menos fina, pero sin el menor tinte de ridículo, Sarah Palin? Se puede ser política (o político) guapa o fea. Buena, o cardo. Pero el ridículo no conviene.
Así que tenemos muchos ejemplos en política de mujeres a las que nadie llamaría “muñequitas” jamás. Unas de ellas van vestidas con más gracia, o gusto, y otras van más clasiconas. Pero en ningún caso juegan a llamar la atención con los trapitos, ni posan como si fueran modelos de ropa. Y es que el juego de los modelitos abre la veda del comentario. Para eso están los modelos, para comentar. No se puede hacer el “show” y pretender que el público no hable sobre el espectáculo.
Al final es una filosofía:
Lo importante es la foto [ZP -->]Y la foto ya se sabe: Pues mira que mona, pues mira qué ridícula, pues mira que hortera, ¿pero qué se ha creído esa?, etc, etc.
Que jueguen a políticas, o que jueguen a floreros. Los políticos hombres no se disfrazan, ni posan, como cantantes o como actores de cine; mucho menos como modelos. En otro caso les podrían llamar muñequitos. Y las muñequitas de Zapatero, o las Sorayas, como modelos son … manifiestamente mejorables. No todo el mundo es Carla Bruni, ni siquiera con la LOGSE.