Carta abierta a Antonio Elorza
Maleni
--Estimado Profesor Elorza,
corría el año 1986 cuando yo pisé por primera vez la facultad de políticas de la complutense. En la asignatura Historia de las Ideas y del Pensamiento Político le tenía a usted de profesor titular. Impartió la asignatura junto a otros dos profesores. En aquel primer año de carrera fué la primera vez en mi vida que yo tenía un escenario de caos. Aquel escenario de caos pudo tener los siguientes ingredientes: Madrid no es una ciudad cualquiera, es una metrópoli para alguien procedente de un pueblo de campanario nacionalista. Si bien en mi instituto había predominado la ideología de los progres del momento, en un momento en que el abertzalismo-nacionalismo aún no se lo había cargado todo, a mí aquella facultad se me venía muy grande. Pero tengo que decir que pronto me empecé a familiarizar con los profesores. Eran todos ustedes muy esquivos y venían al primer curso a cubrir el expediente. Nos debían de ver una pandilla de burros asilvestrados a quienes la educación como derecho universal no hacía sino poner en el lugar en el que no nos acababa de corresponder. Pero nosotros notábamos que si quiera sobre el papel ustedes profesores habían defendido que nosotros estuviésemos allí. Sólo después tuve la misma sensación que tenía en primer curso de la complutense y fué en la universidad inglesa en la que hice el curso Erasmus. Llegaba a imaginar el 50% de lo que nos querían transmitir. Incluso las profesoras tan dadas a dar las lecciones masticadas, en la facultad de políticas no eran así. Era una norma de la casa que si no entendías algo fueses a la biblioteca a buscarte la vida.
Ahora mismo, vivo en un escenario parecido al del primer curso de la complutense. Pero hay una diferencia. En aquel momento me sentía en una estancia con los tarros de perfumes variados y dispares, pero existía cierta idea de orden, de logos. Uno percibía que si buscaba una esencia sabía donde tenía que ir o existía una manera de emprender una búsqueda que diera en algo interesante. Hoy no parece existir esa guía, o al menos los caminos por los que la gente busca no tienen apenas interés, lo cual adormece el movimiento de seguir buscando.
Le ví por última vez en un acto público en la presentación en Bilbao de Unión, Progreso y Democracia y tengo que decir que su presencia me animó a vincularme a dicho proyecto. Incluso aquel día me lancé a hablar con usted. Fué un momento muy interesante en mi vida. Pero ni estoy en Upyd ni puedo decir que ese carácter insulso e insípido que advierto en mi ambiente haya mejorado demasiado. Sigo leyendo algunos de sus artículos en prensa y siempre aprendo algo. Me gusta la apuesta que usted sigue haciendo por el parlamentarismo y la articulación del mismo por medio de los partidos políticos. Pero yo no consigo verlo con tanto optimismo como usted. Hay alguna clave que a mí se me escapa. No consigo comprender esos comportamientos verdaderamente asilvestrados y hasta ruines dentro de ellos, por conseguir el poder. Pero también es cierto que una crisis de pensamiento como ésta que expongo es la que se produjo en la República de Weimar con tan nefastas consecuencias para Europa y para el mundo. Es una de las lecciones más hermosas que aprendí en aquella facultad. La República de Weimar, el modelo de democracia en pleno siglo XX, se fué al carajo y al irse trajo lo peor. Si en mi mano estuviese poner ese grano de arena para evitar que cualquier República de Weimar se fuese al carajo, yo haría lo posible, o al menos yo evitaría todo aquello que pudiese destruir todo lo que de bonito tiene ésta democracia. Pero necesito apuntes, notas que me ayuden a saber qué es lo realmente bonito, hermoso en nuestra democracia. Creo que usted es una de esas personas idóneas a quien dirigirme en este camino, en esta búsqueda.
Un saludo muy afectuoso.
Maleni.
Alumna del curso 1986-1987
Test político de Maleni
Por mi parte: pregunta 1 = Sí.