In-da-pan-dan-si-á
¡IN!,
¡INDA!,
¡INDA-PAN-DAN-SI-Á!
Artículo de Luis Bouza-Brey (27-11-10, 12:00)
Este es el grito que resuena entre las bases de CIU en los mítines de la campaña electoral. Traducido al español quiere decir ¡INDEPENDENCIA!
Albert Rivera decía estos días que CIU propone la independencia a plazos, a diferencia de ERC, que la propone al contado. Y tiene razón.
Pero lo que indigna, por su irracionalidad, es que un pueblo que en las encuestas se declara mayoritariamente catalán y español simultáneamente, y que es sensato en la vida cotidiana, en los resultados electorales apoye a los independentistas a plazos y a los al contado.
Claro está que también recibe votos —menos cada vez— el PSC, pero esos son zombis del panorama político catalán, que lo mismo un día se declaran partidarios de un Estatuto inconstitucional y confederal, que otro federalistas, que otro —cuando llegan los elecciones— firmes defensores de los principios solidarios de la izquierda socialista. Supongo que aún quedará algo de sensatez entre los que votaban socialista, y sabrán castigar la incoherencia, la traición y la sinvergonzonería oportunista y crematística.
Los de IC son, sobre todo, los representantes del izquierdismo caduco, protestón y fundamentalista, con tinte ecológico-propalestino-homosexual-archifeminista-hispanofóbico y tercermundista. O sea, la suprema encarnación de la izquierda pura, obsoleta y anquilosada.
Pues bien, habrá que reflexionar —hoy que es el día— sobre qué es lo que les pasa a los catalanes por las neuronas, porque, cuando tienen que votar no, se quedan en casa, y cuando tienen que elegir a alguien, eligen a algún grupo o personaje de esta casta política ominosa de los independentistas al contado o a plazos, los sociolistos, los izquierdosos, o la incógnita españolista-oportunista-filo-anti-pro-según que- nacionalista del PP.
Todo sea por la empanada mental, la deslealtad constitucional, la cobardía charnega acongojonada por el epíteto del lerrouxismo o el “más autogobierno siempre es más bueno”, —hasta la anarquía final— de esta ignorancia política consolidada y pasto de los demagogos de turno.
A los catalanes habría que hacerlos conscientes del peligro, porque no parecen haberse dado cuenta de que el chantaje etnonacionalista ha llegado al límite, y cuando esto sucede vienen las letras al cobro: no es admisible, ya, que se pueda admitir en la Unión Europea y en un Estado que se dice democrático y moderno la supervivencia o instauración de un privilegio insolidario como el del Concierto económico, ni tampoco el jueguecito proindependentista de los referéndums de autodeterminación, ni el pacto con el terrorismo nazi-fundamentalista, ni más mandangas embaucadoras. Un país desarrollado de la Unión Europea no puede estar sometido a la volubilidad permanente de los demagogos etnonacionalistas de turno o de los abducidos por ellos, porque al final de va al margen o a la calle norteafricana.
Y cuando esto sucede, esa “nación en construcción” se sale de España y de Europa, se tiene que autovender sus productos por el cierre de mercados; se puede quedar en pañales ante flujos financieros hacia el exterior de la “nació”, y endeudada hasta las cejas por el desvarío, el despilfarro y la corrupción de la casta.
A los catalanes habría que hacerles percibir que termina un ciclo de treinta años de delirio y que no pueden seguir votando igual, porque vamos a saltar por los aires, como la dinámica demagógica de la esquizofrenia paranoide y el etnonacionalismo reaccionario continúe.
Así que es necesario encontrar de una vez un voto de protesta ante el caos, y el quedarse en casa o votar en blanco no hace más que favorecer a los mismos de siempre:
¡Voten Vds. A CIUDADANOS EN BLANCO, para poner fin al delirio y frenar el caos total!
¡Denles una lección de una vez!
Si no, no se quejen después ante lo que se nos echará encima.