Woody Allen y el fin de la locura
Maleni
Hace un tiempo, cuando estaba opositando, vino una compañera a la clase diciendo que había acudido al psiquiatra por un problema de insomnio. Tal desinhibición a mí me dejó bastante perpleja. ¿Quién tenía la osadía hace unos años y en un círculo cuasi profesional de decir que iba al psiquiatra?. Nadie.Pasado un tiempo se lo comenté a un psiquiatra y me advirtió de cierto efecto perverso en ello: la trivialización del tratamiento en salud mental. Osea algo así como que acudir con frecuencia y sin tapujo a un especialista en salud mental banalizaba la profesión. Al ser yo la profana en la materia callé. A mí se me ocurrió el ejemplo de las mamografías periódicas y las visitas al ginecólogo y como eso incide más que en la trivialización en la prevención del cáncer de mama, pero yo callé. El especialista era él.
Es cierto que para un especialista público dotado de pocos medios debe ser duro sacrificar el tiempo que le puede dedicar a un enfermo con un trastorno grave para dedicárselo a una joven opositora con ansiedad. Pero la vida tiene estos contrastes e injusticias y ¿por qué no sacar provecho de ellas?. Ya ven con esto del Wikileaks. Sale el trapo sucio de que se investiga la salud mental de la presidenta de Argentina y la réplica de los afectados es: también nosotros hablamos de ellos. ¿Tal vez debemos pensar que es peor o al menos igual de malo ser una cornuda Clinton que una desequilibrada Krichner?. Pudiera ser que el siglo XXI nos pusiera ante este escenario. Los antaño endemoniados, poseídos por espíritus inmundos e impuros hacen uso de su cliché, no lo ocultan, para decirles a los seres elegidos para gobernar el mundo ¡si te sirve la etiqueta la usas pero con tu etiqueta yo fabrico otra que me sirve para lo mismo que a tí y me dota de una especial dignidad.
Woody Allen viene a este cuento porque, en el corto parecer que me da haber visto alguna de sus películas, ha reflejado muy bien cómo la locura y el desequilibrio forma parte de una vida que merezca vivirse, es decir, de una vida inteligente.