Crónica del acto en memoria de Fernando Buesa y Jorge Díez
Maleni
Sigo.
El acto estuvo impregnado todo él de una palabra elevada a la categoría de concepto: convivencia. Se traían fragmentos del discurso de Fernando Buesa en el que se ponía de manifiesto lo que, a su juicio, era el mayor anhelo y necesidad para el País Vasco. Convivir.
Su viuda Nati Rodriguez hizo un discurso muy sereno, ya clarividente de una nueva situación en el País Vasco, -no olvidemos que Patxi López acudió por segundo año en calidad de Lehendakari al acto en recuerdo-, y me pareció muy acertada cuando aludió a la necesidad de gestos por parte del mundo de los asesinos.
En una línea más filosófica intervino Luisa Etxenike. La escritora reflexionó sobre la democracia y sus incompatibles manifestaciones, pero nos dejó algunas aseveraciones sobre cuál habría de ser un contenido necesario. Más convicción en vez de tanto imperio de la opinión. Convicción que brota de la experiencia. A continuación y en un tono más poético nos habló Felipe Juaristi . Su reflexión fué entorno al convivir y al sinvivir. Evocaciones positivas y negativas que se producen en un mismo espacio: el País Vasco. Nos llegó un testimonio desde Zarautz a cargo de A. Lertxundi, alguien que, según declara, estuvo en el otro lado, pero cuya aproximación a la libertad ha variado a lo largo del tiempo. Nos pidió a todos comprensión a los que ahora se acercan y perdón por no haber estado siempre donde debía. Algunos que sí creemos haber estado donde había que estar siempre -del lado de las víctimas y sus familias- no nos gusto nada su arrepentimiento desde la lejanía en la preciosa playa de Zarautz.
El espacio que ocupó la palabra, siempre mesurada, fué equilibrado con el que llenó la expresión no verbal. Hubo música y hubo danza, de un gusto exquisito y expresión muy sentida del dolor por los asesinatos cometidos, a cargo del Quartet Brossa y de la Compañía de Danza La Intrusa con Virginia García y Damián Muñoz.