El pozo de la enseñanza
Bubo
Me pide PM que escriba un articulillo sobre la enseñanza en España. Tarea difícil puesto que son demasiadas cosas para señalar y además realmente yo no soy un especialista en educación, quiero decir en educación comparada. Conozco retazos de algunos sistemas educativos de otros países pero no soy especialista en ninguno.Lo primero que hay que mencionar es que el clima en las aulas de la enseñanza no universitaria española es similar en bastantes casos al presentado en las películas norteamericanas en las que una heroína profesora se hace cargo de una clase de desalmados predelincuentes (presuntos): no se les puede echar del sistema. La prolongación de la vida escolar desde los 14 a los 16 años, encorsetados además en un programa de asignaturas común, ha supuesto la presencia en las aulas de –literalmente hablando- miles de jóvenes a quienes ni les interesa ni esperan nada de un sistema educativo que nada les ofrece. Muchos de ellos ni siquiera obtienen el título de la ESO. Para ser precisos, aproximadamente algo más del 30% por ciento abandonan al cumplir los 16 años sin haber completado el ciclo de la Enseñanza Obligatoria. ¿Y qué hacen mientras tanto?, pues como es natural, divertirse, hacer el cafre, reírse de los profesores, insultarles, incordiar. Total, lo más que les puede pasar es una expulsión de unos días…
Lo segundo es que el sistema público de enseñanza, ése que debe garantizar la plena escolarización, está absolutamente castrado por un exceso de burocratización normativa, empezando por la propia figura del profesor, del cual se pueden contar hasta nueve modalidades distintas en relación a su puesto de trabajo: titular de plantilla catedrático, titular de plantilla, suprimidos, desplazados, en comisión de servicio, en expectativa, en prácticas, funcionario de empleo interino, y finalmente, si no me dejo alguno más, sustitutos. La causa de este batiburrillo está en el modelo de incorporación del mismo al sistema. Aquí, siguiendo el modelo continental (fundamentalmente el francés) los profesores deben tener el status jurídico de funcionarios. Por el contrario en países como Finlandia (y en general los bálticos y los del área anglosajona) la figura del funcionario profesoril (y sus correspondientes exámenes) no existe, con lo que la incorporación al sistema se circunscribe al ámbito del derecho laboral, ganando agilidad y eficacia para el conjunto del mismo. (Como anécdota, recuerdo a una chica quien tras haber vivido muchos años en el Reino Unido y haber aprobado las oposiciones aquí en España, no entendía nada y preguntaba el uno de agosto –o el 31 de Julio- que a qué Instituto tenía que ir al día siguiente).
Lo tercero y último, para no alargar, es que el sistema educativo está controlado por los políticos. Y cuando digo controlado no me refiero a que los legisladores marquen las líneas generales del mismo mediante las leyes (por cierto, en Finlandia de nuevo desde los años setenta del pasado siglo que es cuando se hizo la última gran reforma –la que acabó con los funcionarios- no ha habido ninguna modificación sustancial). No, no me estoy refiriendo a ese tipo de control; me estoy refiriendo a que los políticos realmente dirigen la enseñanza (delegaciones provinciales, direcciones generales), exactamente como los ejecutivos que son del partido correspondiente. Y actúan en consecuencia. Por ejemplo, en Andalucía promoviendo elevar el número de aprobados a cambio de dinero a los profesores. Por ejemplo, en Valencia exigiendo impartir una asignatura en inglés (Educación para la Ciudadanía; ya es un disparate una asignatura con una sola hora lectiva, pero en inglés es un disparate elevado al cubo). Por ejemplo, colando en Comisiones de Servicio a gente afín al partido, etc., etc.
Me dejo en el tintero muchas cosas, como el funcionamiento de los Centros de Profesores (que se supone que son Centros para impartir cursillos para mejorar el sistema de enseñanza), o los –también alucinantes- Consejos Escolares de los que ya he hablado en otro lugar. O el modelo real de gestión (una directora me decía que “las órdenes problemáticas que vienen de Delegación siempre son verbales, nunca por escrito”). Y, en fin, bastantes cosas más.
Las soluciones, aparte del cheque escolar que garantice la libre elección de Centro así como de otras ya insinuadas más arriba, probablemente pasaría por impedir las manos de los políticos en la gestión ejecutiva de la educación, quizás mediante la creación de una Agencia Pública de la Enseñanza que garantice una gestión profesional de la misma. Es sólo una idea.
Salinsky.