Y seguimos despeñándonos en la escena internacional
Álvaro Ballesteros
En su blog:Poco queda por decir al narrar las consecuencias del legado de este Zapaterismo, aun de cuerpo presente, que ha conseguido hundir a España en la más absoluta miseria económica, política, institucional, moral, y sobre todo, internacional. En un país que ya es poco más que una caricatura de sí mismo, a la espera de que alguien serio se ponga al volante, la realidad internacional sigue abofeteándonos a un ritmo trepidante, recordándonos que el mundo real sigue en marcha y que somos nosotros los que seguimos empeñados en perder todos los trenes.
No hay una región (de mayor importancia estratégica directa para nuestro país) como el Mediterráneo occidental/norte de África para comprobar la absoluta falta de relevancia a la que nos han llevado estos atroces años de delirio zapateríl, bajo la hégira del trío Moratinos-Chacón-Jiménez. Dos legislaturas de despilfarro y cánticos al cielo, sin dirección ni sentido estratégico de defensa de los intereses nacionales, que nos hacen aterrizar ahora en un escenario tan duro como imposible de ignorar.
Política, militar y estratégicamente, hace ya mucho que pintamos muy poco, mientras los “amigos” internacionales de nuestro (des)gobierno se frotan las manos. Dirigidos por unos políticos exclusivamente dedicados a asegurar su propia supervivencia electoral, los españoles hemos sido una vez más conducidos al matadero intelectual que nos proponen los que quieren que el mundo se reduzca al pulso interno en el PSOE, a las inverosímiles piruetas Rubalcabianas, o a las acampadas perrofláuticas de los herederos de la movida del 0,7.
Y es que mientras Zapatero jugaba a despeñarnos arruinando todo lo conseguido internacionalmente desde el inicio de la democracia, con Moratinos labrándose su propio porvenir al servicio de la France y de Rabat; y mientras Chacón y Jiménez intentan aun enterarse de qué va la película en sus propios ministerios (tan importantes como ignorados por el Presidente del Gobierno de España), resulta que nuestros vecinos (amigos y no tanto) nos están desplazando ágilmente de todos los foros de toma de decisiones relevantes.