Esto ya lo he vivido yo antes. La reunión de Mario Conde
Bárbara Paraula
Mario Conde y su Convención para la Unión de la Sociedad Civil.
Me imagino que muchos sabéis que asistimos 6 habituales de nuestra ¿red? de amigos, al encuentro que, la Fundación Civil, con Mario Conde (@mariocondeconde) a la cabeza, propone el día 13 de Julio en Madrid, con “Asociaciones, Agrupaciones, Foros y Fundaciones de toda España”. Nos hemos prestado voluntarios para acudir al evento: Gerardo Hernández Les, Mikel Buesa, Juan Espino, Jose María, Jesús Sierra y una servidora.
En la última carta del Señor Conde se perfilan las intenciones:
“Para tratar de organizar, entre todos, una Convención el próximo otoño, en la que elaboremos una declaración de principios y una solicitud de reformas irrenunciables e ineludibles”.
Aparte de escuchar, habrá que decir, supongo.
No se como se lo plantean los demás, a mi me parece que estoy sufriendo un Dejavú. Así que quería consultar posibles valoraciones de otros compañeros.
“Declaraciones de principios en común y solicitud de reformas”. Eso es lo que vamos a hacer allí.
¿Pero no es eso lo que han estado haciendo cada una de las instituciones que se han agrupado en nuestro entorno?. Por 1 bolsa de pistachos por respuesta, diganme nombres de personas y organizaciones que se han reunido en los últimos 4 años para declarar principios y solicitar reformas. Por 3 bolsas de pistachos: nombres de organizaciones con aspiraciones coordinadoras.
Y de esas reuniones creamos casi compulsivamente instituciones. No nos valen las de los que lo han hecho antes que nosotros, no confraternizamos tanto con el vecino. Hay que ponerle barreras a nuestro corralito, y que mejor que unos estatutos que afirmen cada coma en la topografía del texto que define nuestro genuino, triunfador y exclusivo punto de vista.
Existe una fragmentación evidente del tejido social, que aquí y allá intenta incidir en la política o bien probar a tomar el poder. Se produce incluso entre grupos con ideas más que afines. No nos ha salido constituir una organización unida, seguramente el individualismo que nos caracteriza no lo permite. A veces eso se pretende arreglar con un Ego Mayor con un dedo enorme que aplasta el de todos los demás, pero parece que tampoco esa estrategia nos va y apostamos por guisárnoslo solos o por la espera de la Santa Venida de ese liderazgo participativo y carismático que vaticinan recalcitrantemente los manuales de cualquier postgrado.
Así que cuando leo que hay que ponerse de acuerdo en unos postulados, así en plural, me produce un importante rechazo. No quiero envolverme para nada en la definición de una visión uniformadora de los grupúsculos que reclaman una mayor calidad de la democracia. Me entra comitis, (topografía de la coma), que si este señor que hace el programa la pone más a la izquierda o más a la derecha, lo que perjudica seriamente mi identificación con él.
Creo que la mejor manera de aprovechar este caleidoscopio de organizaciones, opiniones y personas, es ponernos de acuerdo en una sola cosa, no necesariamente la más importante. Algo en lo que no nos importe juntarnos temporalmente con extraños vecinos. Una meta clara y concisa, podría multiplicar las fuerzas que se suman a ella.
Al contrario de lo que pudiera parecer, cuanto más en número y más ambiciosos sean los objetivos, menor capacidad de aglutinar intereses y de movilizar poseen. Más lento es el avance, mayor sangría de voluntades que se desperdigan por el camino.
Particularmente el cuerpo me pide carnaza inmediata. Un objetivo que cumplir, sólo uno y que la Convención de Otoño gire en torno a cómo articular una estrategia entre todos a no más de cuatro años, para dar en el blanco. Eso permitiría evaluar si somos realmente capaces de aunar esfuerzos en otros postulados y a la par garantizaría la autonomía de las organizaciones que ya llevan tiempo trabajando.
¿Cuál podría ser el centro de atracción, pues?.
Por mi la reforma de la Ley de Partidos, la reforma de la Ley Electoral o el desarrollo del artículo 9.2 de la Constitución sobre Democracia Directa.
No obstante estaría dispuesta a negociar cualquier otro que no me tenga entretenidita “consuensando” palabras maestras para un decálogo que luego no me inspira a hacer nada.