Softonic, ¿el ejemplo catalán?
Van a pensar que tengo catalanofobia, y hasta es posible que tengan razón. Pero que no se mosqueen; a pesar de ser vasco, no es una cuestión racista. No creo en las razas. Tampoco es una cuestión digamos esencialista; no creo en las esencias. Ni siquiera es un cuestión estrictamente cultural, sino más bien de ambiente. No creo que haya nada necesariamente defectuoso en la cultura catalana, porque no pienso que los defectos que veo en la Cataluña actual estuvieran presentes hace siglos. Pero estoy convencido de que algo huele a podrido en Cataluña.
¿Y que tendrá que ver Softonic?, - puede que se pregunte el lector impaciente. Pues que Softonic es una empresa que le pega todo ser catalana, y está de moda ahora porque ha conseguido un número redondo y muy grande de usuarios - léase pardillos.
El Confidencial:
Es la mayor empresa española en internet por audiencia y aspira a ganar lachampions europea. Softonic, la web de descargas de software líder, acaba de superar un hito, los 100 millones de usuarios únicos mensuales en agosto, según la medición censal de OJD/Nielsen, una cota alcanzada por primera vez en España.Yo, la verdad, preferiría que no la relacionen mucho con España, por lo que me toca. Recuerdo hace muchos años, allá por el 92 - 95, en internet la presencia comercial era relativamente pequeña -y generlamente despreciada por los pioneros de la red. Incluso se hablaba, al ver que empezaban a asomar la patita, de hacer una sección especial de internet en la que encerrar a la morralla comercial. Excluyendo al porno, clar0, que todo el mundo sabe que Internet is for porn.
En aquella época, más que el intrusismo comercial, escaso, el gran problema era el spam y las páginas web engañosas. Y en el mundo de habla hispana, los reyes de ambas perrerías, de largo, eran los argentinos. Tanto era el caso, que recuerdo que pasé varios años con el ordenador configurado para que no recibiera ningún correo ni visitara ninguna web de dominios argentinos *.ar. Y con ese sencillo expediente te librabas del 99% de los coñazos en la parte hispana de la red.
Yo creo que entonces la Argentina todavía no se había dado la gran torta económica. Pero se veía venir. Un país donde lo que predomina es el listo, que siempre es mucho más listo que los demás, acaba mal. Porque la obsesión y el ambiente acaba siendo aprovecharse de los demás, e intentar que los demás (listos también) no te engañen. Y el resultado es la desconfianza generalizada, y el abandono de la creatividad y el desinterés por hacer cosas o servicios útiles. Al final llegó el corralito, y los Kirchner.
El culto al listo en la Cataluña nacionalista no es ninguna novedad. De la Rosa era el rey del mambo cuando Pujol. La estrella de cualquier acto social en Barcelona, y de la prensa, en vez de ser un apestado al que nadie saluda. Sencillamente, admiran al que se lleva la pasta, si la pasta es mucha. Y ahora resulta que la más exitosa web española, admirada por El Confidencial, es una web que tengo filtrada en mi ordenador, hace años, para que me impida entrar en ella, ni aunque sea por equivocación.
¿Por qué? Porque lo que hacen, su gran creatividad, es conseguir salir en los buscadores antes que la web de la empresa que ha creado y ofrece gratis el software que estás buscando. Y te acaban pidiendo una calderilla, vía sms, por algo que obtienes tranquilamente sin calderilla en el siguiente resultado de la búsqueda. O sea, han conseguido hacer una gran cosa por tí: engañarte, molestarte, y si picas, timarte. Listos de cojones, vaya.
Según Wikipedia también parece que hay veces en que la gente piensa que está comprando la versión no gratis de la cosa, porque creen que pagan a los desarrolladores con el sms, en vez de al listo que ha conseguido colarse en la lista [–>].
Yo no sabía que era una empresa catalana, aunque sí imaginaba que española. Espero que sea casualidad, y que Softonic no sea un ejemplo del emprendedor catalán de hoy. Pero es que el ambiente político, todo ese lloriqueo nacionalista y la payasada de las lenguas como trapo para disimular el 3% - y otros prodigios, hacen temer lo peor.