Plazaeme preservado

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Pilar Rahola, preservando la identidad milenaria de los pueblos.

Es curioso el nacionalismo como fenómeno que produce el embotamiento del razonar. Porque hay obviedades para las que no hace falta ni siquiera una inteligencia media, pero los nacionatas no las perciben. Independientemente del grado de inteligencia que tengan. Es el caso de Pilar Rahola, que supongo que tendrá al menos una inteligencia medianilla, pero que consigue que no lo parezca, gracias al mencionado embotamiento.

Últimamente tiene un rifi rafe con Carlos Herrera, a través de artículos de prensa. Rahola se ofende porque Herrera ha hecho una descripción de sus motivos para despreciar los nacionalismos. Bastante convencionales, aunque ciertamente carga la suerte con los adjetivos. Y Rahola, cerebro embotado, embiste con lo de siempre: todos somos nacionalistas. Menos mal que no le gustan los toros.

Sería bonito si no fuera tramposo. Primero porque la mayoría de los que desprecian al nacionalismo catalán son militantes acérrimos del nacionalismo español,
O una de dos. O Herrera ha esgrimido argumentos contra un nacionalismo (el catalań), o los ha esgrimido contra cualquier nacionalismo. Ocurre que el caso es el segundo, pero Pilarín hace la virguería de reconvertir la afición de Carlos a los toros en una suerte de "sentimiento identitario con un lenguaje kitsch y arcaico", y solo con eso ya lo tenemos hecho todo nacionalista español. La pera limonera. ¿Habrá aprendido a pensar de oídas a doña?

Y sin embargo lo mejor es la segunda parte del argumento. No todos los nacionalismos son iguales. Unos son dañinos, y son los que usan los estados para agredir a otras “identidades, culturas y lenguas”. Y otros son defensivos, porque “solo quieren preservar la identidad milenaria de sus pueblos”.

Anonadado me quedo. Siguiendo el argumento, Rahola nos dice que si consigue su objetivo y hace de Cataluña un estado, inmediatamente se pondrá a denunciar al nacionalismo catalán como dañino, y a defender la identidad, lengua y cultura de los que tienen el español como lengua materna dentro de Cataluña. No se lo cree ni ella; al contrario, le ofendería que alguien lo piense.

La guinda es, por supuesto, su incapacidad para comprender lo que nos ofende de los nacionalismos a los que no somos nacionalistas, que para su estupor realmente existimos. La intrínseca unión entre nacionalismo y ataque a a libertad. Es difícil explicarlo mejor de lo que lo ha hecho ella:

quieren preservar la identidad milenaria de sus pueblos.
¡Ese es precisamente el problema, Pilar! Por identidad, sea milenaria o recién inventada, te refieres a lo que nos distingue o separa de los demás grupos. El fet diferencial. Y para conservar esa identidad, no queda más remedio que obligarles a los miembros del grupo a tener determinadas características, y a no tener otra serie de ellas. En caso contrario, se jodió la identidad. Y el asunto no puede depender de la libre voluntad de cada supuesto miembro del colectivo identitario, porque entonces no se preserva nada, sino que evoluciona, a saber hacia dónde. Se acabaría en que ni milenaria, ni identidad, ni leches.

Pero todo esto, como ya sabemos por experiencia, es demasiado fuerte para un cerebro invadido de nacionalismo. A ver si algún día os cuento mis conversaciones con unos amigos “aborígenes australianos”, que todo lo que pedían era que les permitieran ser australianos  secas, y dejaran de de obligarles a “preservar” su maldita identidad mega milenaria.

¿Cómo explicar a un cerebro embotado que sus prodigios fantasmagóricos, lenguas, culturas, identidades, solo pueden existir realizándose en personas de carne y hueso? Y que estas tienen todo el derecho del mundo a opinar sobre esa invasión. Incluso a elegir, me atrevería a decir - si Rahola me da su amable permiso.

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