Los novios de la ETA
No me refiero a los viejos novios que el terrorismo vasco ha tenido durante toda su vida, sino los que le han salido ahora, cuando el asesinato no da más de si. De repente hay un montón de gente muy preocupada por evitar la posibilidad de que el terrorismo se acabe en el País Vasco con “vencedores y vencidos”. Parece como que se abre un abismo a sus pies, y se les hace imprescindible dejar bien claro que eso no es así, ni puede ser así. Era de imaginar que tanto mirarse a los ojos tendría efectos químicos. Inevitablemente.
Pero mientras la química es un asunto puramente personal, hay veces que los amores de los gobernantes producen efectos políticos de primer orden. Y este es uno de esos casos. Porque la lavandería moral organizada para blanquear la sangre derramada por los etarras – el aplauso al terror, la comprensión del asesinato – quedará, si triunfa la tesis, como semilla de futuro. Todo lo que se construya a partir de ahí estará basado en que cualquier otra enfermedad social que crea padecer un “conflicto”, estará legitimada para usar el asesinato como herramienta política, y exigir cuando lo crea oportuno un final “sin vencedores ni vencidos”. Y mirándose a los ojos, en busca siempre de la anhelada paz.
Se empeñan en olvidarse de la justicia, y se embarcan en la aberración de contarle a las víctimas que los que han apoyado, aplaudido, y comprendido el asesinato de los suyos, ahora van a ser legítimos demócratas y buena gente, sin decir siquiera lo siento. Quieren convertirlos en la legítima expresión de “un conflicto” que, pobres, no tenían otra salida que matar. ¿Y es legitimando eso como quieren construir la asquerosidad que, al igual que Franco, llaman “paz”? ¿La moralidad del terrorismo depende sólo de la cantidad de gente que aplauda? Sí, tal vez sea eso lo que están vendiendo.
Que les aproveche. Pero que no esperen que deje de haber gente que sigue llamando a las cosas por su nombre. A los ojos se miran los novios.
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Hay enlaces interesantes en la Fundación para la libertad: