La lavandería de los novios de la ETA.
Preguntábamos ayer: ¿Qué canallada harán hoy los Los novios de la ETA?
Respuestas:
Pachi, decir que ETA tiene que “aprovechar esta oportunidad”. Y Pepiño Gasolineras asegurar que “lo único que tiene que ocurrir para que haya paz es que ETA diga que abandona definitivamente las armas”.
Lo de Pachindacari se las trae. Añade:
«la democracia y los demócratas no hemos necesitado conferencia alguna para derrotar al terrorismo»¿Y si está derrotado el terrorismo, para qué necesitáis estar todo el santo día dirigiéndote a los terroristas, y pidiéndoles que hagan esto o aquello? ¿Qué son, el hijo pródigo, o algo así?
Pepiño, muy en lo suyo. Lo que hace falta es que ETA diga que. No parece que haga falta ni que la policía le quite las armas a ETA, y de paso detenga a los que las guardan, ni que ETA -en su caso- las entregue, y entregue a los que tienen cuentas con la justicia.
¡No, qué horror! Lo que necesitamos, según esta gente tan preocupada por lo que hacen y dicen los asesinos, es una lavandería. La misma idea que los asesinos, con diferente terminología. Unos dicen que se trata de un conflicto, y que los conflictos producen asesinatos. Los otros dicen que se trata de un ciclo, con las mismas consecuencias. Y ambos coinciden en que lo que hace falta es que se acabe el conflicto, o ciclo, y se acabó la rabia. Cosas del destino, vaya, que es muy cabrón.
Desde los no amantes de los asesinos también puede haber un cierto desenfoque. Es muy natural pensar lo primero, y con especial atención, en las víctimas. Pero no sólo. Porque el problema de las víctimas es un problema de todos, llamado justicia. Y la antítesis de la justicia es la lavandería.
Hablando de “paz”; todos sabemos que aquí no había una “guerra”, salvo para los transtornados que han decidido crearse un conflicto artificial. Si acaso se puede hablar, metafóricamente, de una guerra moral. Y usar el término “paz” es dar a los asesinos la victoria moral. Que parece que es en lo que están los novios de los asesinos. Las palabras, o la injusticia, al servicio de la política.