Cerramos el IPCC, o qué?
La respuesta depende. Depende de que pienses que los gobiernos del mundo trabajan en general por el bien de la gente, o que trabajan por el bien de sí mismos. Y una postura intermedia. Si piensas que tu gobierno sí trabaja por el interés de su gente, porque es muy democrático y guay, y tal siempre le puedes pedir que se salga del IPCC. Y a los demás que les den.
Esta entrada viene a cuento de presentar y recomendar el reciente trabajo de Ross Mcitrcik, economista Canadiense de la Universidad de Guelf, sobre las posibilidades de adecentamiento del IPCC. De forma que se transforme en un organismo en cuyos informes se pueda tener un mínimo de confianza. Opina que es posible, pero que nadie debe minusvalorar las enormes dificultades que entraña.
Merece la pena comentar el origen de la implicación de Ross en las guerras del clima. Como economista en principio no tenía nada que ver en esa película. Viene de Steve McIntyre, que había sido revisor del IPCC, en la parte estadística de paleoclimatología. Canadiense también, ingeniero de minas, se acojonó al ver la chapuza de funcionamiento del gran organismo ONU para el “cambio climático” y al ver que ninguna de las pegas que ponía llegaba a constar en acta. Y decidió estudiar a fondo el gran icono del clima del pasado del IPCC, el famoso “Palo de Hockey”. Ya se sabe, la gran patraña de que hasta que no llegó el hombre pecador con su CO2, el clima no cambiaba. Steve pidió ayuda a Ross, publicaron su estudio demostrando que el “Palo de Hockey” era una filfa, y se montó la marimorena. Desde entonces Ross ha publicado otros trabajos sobre clima, siempre estadísticos. Por ejemplo sobre la relación entre calentamiento y nivel de desarrollo, y sobre el desfase entre lo que dicen los modelos y lo que dice la realidad. Y ahora se ha interesado por la madre del cordero; el horror del IPCC.
El momento no podía ser más oportuno, coincidiendo con la nueva filtración de emails del núcleo duro de los científicos del IPCC. El estudio académico de Mcitrick señala exactamente lo mismo que la evidencia anecdótica de los emails. Pero lo mismo, mismo. Una banda de desaprensivos instalada en la cúpula burocrática y académica de una ciencia en pañales, que se comporta más como un grupo activista que científico. Y sin el menor control. Por supuesto siguiendo el juego a unos gobiernos no menos desaprensivos, pero esto ya no lo dice McI, sino yo.Aprovecho que Judith Curry saca el tema, porque así quien quiera puede seguir la discusión que se organizará allí. Que, como siempre, tendrá intervenciones de calidad de ambos bandos de la guerra. Un lujo.
Prefiero ponerlo al revés que ella, con sus propios comentarios por delante:Comentarios de JC: Creo que elanálisis de McKitrick sobre los problemas del IPCC es bueno, y sus recomendaciones de fuste. Pero en mi opinión los problemas del IPCC son fudamentalmente estructurales. Principalmente su conexión con el UNFCCC [-->], su visión estrecha del problema científico, y el enfoque de buscar el consenso. Además, por la forma de funcionar del IPCC, puede ignorar por completo las recomendaciones del IAC (y para el caso, presumiblemente las de cualquiera). La clave es si los gobiernos están contentos (o no) con lo que está pasando con el IPCC. Richard Tol ha sostenido en un hilo anteriorque los gobiernos nacionales parecen estar contentos con el IPCC
Para referencia, algunos hilos recientes [del blog] sobre el IPCC:
O sea que según Judy esto no tiene arreglo ni con las recomendaciones de McItrick.Los dos párrafos finales (y resumen) de una presentación de Ross sobre su trabajo en un editorial en el Financial Post
En principio yo creo que el IPCC se podría corregir, pero nadie debe subestimar cuánto hace falta cambiar. El obstáculo principal para la reforma es que está gobernado por panel laxo de unos 195 miembros, el plenario, que aparenta ser muy apático y deferente con el IPCC Bureau que se supone que debe controlar. Hasta cierto punto la delegación canadiense es una voz solitaria buscando mejoras en los procedimientos, pero sus preocupaciones han sido ignoradas hasta el momento.
Para aquellas naciones que verdaderamente busquen información objetiva, equilibrada y rigurosa sobre la ciencia del clima, en la que basar sus decisiones políticas, mi recomendación clave es que empiecen a impulsar reformas, sin esperar. Si el IPCC no se puede arreglar rápido, los gobiernos que sean serios acerca de tomar buenas decisiones de política sobre el clima deberían prepararse para abandonarlpo y crear un nuevo cuerpo de evaluación, libre de los serios defectos del modelo actual.
Lo que diga Ross. Pero yo estoy convencido de que no hay gobiernos que busquen una información objetiva, equilibrada y rigurosa, sino gobiernos que calculan qué partido le pueden sacar al cuento. Y que es responsabilidad de los ciudadanos el presionar a sus gobiernos (o cortarles los huevos) para que se salgan del chollo. Porque es un chollo para los gobiernos, y para los científicos - todo el día de Tahití a Estocolmo, y tiro porque me toca - pero no para los ciudadanos. Estos sólo van a pagar, y pagar, y seguir pagando. Es sabido que en estas reuniones internacionales prodigiosas, como la de ahora en Durban, sólo hay un punto importante que debe quedar fijado. La fecha y el lugar de la siguiente reunión. Y, tal vez, un nuevo impuesto. Lo demás es paja.