Las grandes causas producen cafres
Es increíble que haya que repetir lo mismo una y otra vez … desde hace unos 2.500 años. ¿Lo aprenderemos algún día? Un fulano o grupo con una causa, nación, religión, ideología, y no digamos misión en la vida, no solo no es nada digno de alabanza, sino que supone directamente una sociopatía, un peligro público. Y sin embargo hacemos lo contrario de lo sensato. En vez de protegernos de esa enfermedad social, tan común, nos abrimos de patas. En vez de considerar la causa o misión un agravante de los delitos y de la mala conducta, las tenemos por disculpa, y “comprendemos”. ¿Por qué diablos va a tener más disculpa un asesino que lo hace por la gran misión que se le haya ocurrido abrazar que otro que simplemente es más violento que lo normal? La proporción de bestias violentos es más o menos constante, viene de los genes. Pero si estableces las “grandes causas” como disculpa del mal comportamiento, no solamente estás abriendo una puerta para que se apunten a la fiesta todos los delincuentes naturales, sino que vas a conseguir que se sumen a la barbarie muchos que naturalmente no lo harían sin esa disculpa. Es una estrategia directamente criminógena. Y asegura el triunfo de los abusones, porque siempre hay listos que le van a sacar partido.
Este fenómeno se ve en todos los campos, y en Vasquilandia somos auténticos especialistas. Pero para remarcarlo quiero traer un ejemplo del área que más alejada debería de estar de esta problemática. Una rama de la ciencia. Uso la última entrada del blog de Roy Spencer, que tiene la virtud de una envidiable claridad de exposición.
Dr. Roy W. Spencer
Desde la primera tanta de emails del Climategate, el público ha ido haciéndose más consciente de que la ciencia no está libre de sesgo. Por supuesto, la mayor parte de los científicos con la suficiente experiencia en su campo ya lo saben (hable profusamente de este asunto en mi primer libro Climate Confusion), pero fue necesaria la primera entrega de emails del Climategate para demostrárselo al mundo.La última entrega (Climategate 2.0) no solo demuestra el sesgo, sino también algunas dudas privadas entre el núcleo de los científicos que tienen fe en la base científica de los objetivos políticos del IPCC. Y así, la “causa” del IPCC (el término es de Michael Mann) parece dominarlo todo.
Cuando la ciencia no apoya a La Causa, el creyente gira hacia discusiones sobre cómo crear una historia que minimice las dudas sobre los hallazgos del IPCC. Después de considerarlo, voy a evitar usar el término “conspiración” para describir esta actividad, y hablaré de sesgo científico.
Es imposible evitar el sesgo.
Todos hemos visto expertos rivales en un juicio, que tienen opiniones diametralmente opuestas en algún asunto, aunque partan de las mismas pruebas. Eso pasa en ciencia todo el rato.
Incluso aunque tengamos mediciones perfectas de la naturaleza, los científicos pueden llegar a conclusiones diferentes sobre esas mediciones en términnos de causa y efecto. Por eso el sesgo de los científicos influye inevitablemente en sus opiniones. La creación de una hipótesis sobre el funcionamiento de la naturaleza siempre está influída por la visión del mundo del científico, y por nuestro conocimiento limitado, así como por escasez de fondos para la investigación proporcionados por un gobierno que también tiene un sesgo de intereses políticos que preservar.
La existencia de un sesgo en la investigación científica - que siempre está presente - no quiere decir que la investigación sea necesariamente errónea. Pero como suelo recordar a la gente, en ciencia es mucho más fácil estar equivocado que en lo cierto. Porque, mientras ell mundoo físico funciona solo de una forma, podemos imaginar una miríada de formas en las que creemos que funciona. Y no pueden ser todas ciertas.
El sesgo acaba siendo el enemigo de la investigación científica porque nos impide contemplar hipótesis alternativas sobre cómo funciona el mundo. Aumenta las posibilidades de que estemos equivocados.
El sesgo del IPCC.
En el caso de la invetigación sobre el cambio climático, la hipótesis alternativa (el no-consenso) de que parte o la mayoría del cambio climático que observamos es natural, es lo que tiene que evitar el IPCC a toda costa. Por eso amaban tanto el “Palo de Hockey”: lo aclamaban como la prueba de que los humanos, y no la naturaleza, gobierna el clima.
Los emails del Climategate 2.0 muestran lo arraigado que está este sesgo enre el puñado de científicos que son los más entusiastas y partidarios de La Causa. Estos científicos han llegado a la cumbre por su disposición de promover activamente el mensaje del IPCC en sus respectivos campos de investigación.
Desgraciadamente, no hay forma de “arreglar” el IPCC, y nunca la ha habido. La razón es que su creación hace más de 20 años fue para apoyar unos objetivos políticos y de política energética, no para buscar la verdad científica. Lo sé, no solo porque me lo dijo así uno de los primeros directores delIPCC, sino también porque esa es la forma en que se comportan los líderes del IPCC. Si no estás de acuerdo con su interpretación del cambio climático, te dejan fuera del proceso del IPCC. Ignoran o combaten contra toda evidencia que no apoye su misión políticamente motivada, incluso hasta el punto de presionar a las revistas científicas para que no publiquen investigaciones que puedan dañar los esfuerzos del IPCC.
Creo que la mayor parte de los científicos que apoyan la causa del IPCC solo están siguiendo el juego, seguros de una financiación continua. En mi experiencia, son o: (1) auténticos creyentes de La Causa; (2) creen que debemos dejar de usar combustibles fósiles en cualquier caso; o (3) racionalizan su implicación en la causa basándose en la probablilidad no-cero de un cambio climñatico catastrófico.
Mis sesgos.
Conozco mis propios sesgos. Creo que las fuerzas del mercado se haráan cargo del hecho de que los combustibles fósiles son (probablemente) un recurso limitado. El lento incremento de su escasez conducirá a precios más altos, lo que hará más atractiva la investigación en energías alternativas. Esto es más eficiente que tratar de crear nuevas formas de energía con la legislación.
También pienso que las políticas energéticas que se están proponiendo van a causar muerte y sufrimiento. No solo es que el IPCC destruye la objetividad científica y el progreso científico, también destruye vidas.
Por eso veo como un deber moral apoyar la “ciencia olvidada” del cambio climático natural, un tipo de hipótesis alternativa que ha sido completamente ignosrada por el IPCC y las agencias de financiación gubernamentales.
Creo que estoy en lo cierto en que la mayor parte del cambio climático que hemos experimentado es natural. Pero también sé que “creerlo” no hace que sea cierto. Si tuviera nueva evidencia científica de que al cambio climático causado por el hombre fuera realmente un peligro, lo publicaría. Sin duda sería más fácil de publicar que la evidencia en sentido contrario.
Pero de todo lo que he visto, sigo pensando que la naturaleza probablemente gobierna [el clima], y que los humanos (como parte de la naturaleza) también tienen algún nivel de influencia en el clima. Sabemos que la existencia de árboles afecta al clima - ¿por qué no la existencia de humanos?
Contrarrestando el sesgo
Los científicos son humanos, así que nunca vas a eliminar las tendencias hacia el sesgo en la investigación científica. No puedes cambir la naturaleza humana.
Pero puedes nivelar el campo de juego apoyando los sesgos alternativos.
Durante años, John Christy y yo hemos estado aconsejando al Congreso que habría que hacer quer parte de la financiación de las agencias federales para la investigación del cambio climático vaya hacia hipótesis alternativas. Es hora de que el péndulo oscile de nuevo.
Después de todo, los científicos irán donde esté el dinero. Si se les finania para encontrar evidencia de fuentes naturales de cambio climático, créeme, las encontrarán. Si haces un campo de juego así, llegarán.
Pero cuando solo se permite una hipótesis de cambio climático (alias “la ciencia está establecida”), el sesgo se hace tan espeso y amargo que todo el mundo puede oler el hedor. Menos los líderes del IPCC, vaya.
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Original en ca’n Spencer: