El rey de la corrupticracia
Nunca consigo encontrar un artículo / poema que me parece de referencia, de Sánchez Ferlosio en El Mundo, en la época de González como presidente. Una pena, porque no sólo era una perfecta descripción de lo que pasaba entonces, sino un verdadero anuncio del futuro. Era sobre la corrupción como sistema, pero explicaba que era mejor tratarlo con medias palabras, porque no se podía hablar del asunto a las claras. Se llamaba, precisamente, Medias palabras, y solo recuerdo el primer verso, que deja bien clara su broma del título.
Feli Gonzá de la corru ...Es el momento en que las medias palabras ya no esconden nada, y todo el mundo sabe lo que pasa, se hable o no se hable de ello.
Jesús Cacho escribe hoy en VozPopuli.com un artículo muy fuerte, y muy sensato.
Se apunta a la idea de que el rey abdique, y a la idea de que Urdanpillín en realidad no ha hecho más que lo que ha visto. En la Casa Real, según Cacho, y yo diría que también por todas las demás partes de ese latrocinio organizado del dinero público que llamamos "sistema", "democracia", "política", o como usted prefiera. Entender, nos entendemos.Tiene una tesis curiosa. Dice que al príncipe no se le conocen prodigios financieros, al contrario que al rey o a Urdanga. Y que por eso sería recomendable cambiar de caballo, si se quiere evitar un mayor desprestigio de la institución.
Sumida en una de las crisis más dramáticas de su reciente Historia, España está para cualquier cosa menos para abrir ahora el viejo melón de monarquía o república como forma de Gobierno. La solución podría pasar por la abdicación de don Juan Carlos en favor de su hijo, el príncipe Felipe, un hombre al que por fortuna no se le conocen escándalos económicos. Quizá sea llegado el momento de que los españoles usemos la inteligencia, allí donde tantas veces tiramos de vísceras.Y es cierto, y sensato. Pero completamente insuficiente y naif. La monarquía, extraño cuerpo incrustado en una democracia, es algo básicamente simbólico. Y en una democracia corruptocrática como la nuestra, la Casa Real tal y como está es un símbol0 y ejemplo sencillamente insuperable. Un nuevo rey austero y sin alegrías financieras sería un incordio. Una especie de recuerdo permanente, por comparación, de que las cosas -los demás cargos públicos - son como no deben. Si tenemos un sistema cuya estructura básica es la corrupción, y la acumulación de gran cantidad de dinero público para que los listos organizados se lo lleven, mejor será tener unos símbolos que se adecuen a la situación.
Por ejemplo, y pese a las protestas de los monárquicos, el casamiento Ortiz es perfecto. Simboliza el ideal ,tan incrustado, de que nadie es más nada que otro, bajo ningún concepto. Y el primero, el futuro rey. O reina. Y entonces, si todos entendemos algo tan simple y evidente (menos los monárquicos), ¿por que no lo entendemos con lo de la corrupción? Aquí o todos, o ninguno. ¿No es esa la base de la igualdad? ¿Vamos a indultar a Alfredo Sainz, o a librar de la cárcel a Alberto Alcocer, o a mirar para otra parte en el caso Botín, y tantos ejemplos más, mientras no ensañamos con la familia que debe ser el ejemplo de todas esas cosas? No me parece plan.
Puede que sea buena la propuesta de Cacho de la abdicación, no lo sé. Pero desde luego no por las razones que alega. Al contrario, si el príncipe es como lo retrata en ese artículo - de otro mundo -, mejor que antes le enseñan un poco. Iñaki, sin ir más lejos. Y así sabemos todos dónde estamos.