Los ideólogos del asesinato, en campaña.
Los etasunos estaban ayer en campaña de santificación de Otegui. Nada especialmente novedoso respecto a lo que en este país se entiende por política. Repetir algunas imbecilidades sin descanso, con objeto de que queden incrustadas en los cerebros de la manada. Lo practican todos los partidos políticos, al parecer porque la causa exime la necesidad de inteligencia.
Al menos Twitter tiene una ventaja. Puedes contestar, y la peña ve si defienden la imbecilidad o dan la callada por respuesta. Un chollo con la gente que inventó las “ruedas de prensa sin preguntas”, idea rápidamente copiada por el resto de la payasada nacional. Y ayer, que también hacían campaña de santificación en las redes sociales, la callada parecía la consigna. Así que les quedaba una publicidad … digamos chunga.
Koldo Castañeda debe de ser uno de esos vascos de siete mil años, por lo menos. Y es muy conocido en el mundillo etasunoide desde los tiempos de HB. Y ahí estaba, en Twitter, con la campaña, defendiendo que asesinar es una “idea” que no se puede encarcelar.
No seré yo el que proponga que asesinen a Castañeda, precisamente porque asesinar no me parece una "idea", y porque ni siquiera me parece una herramienta política disculpable, como defiende él. Me conformo con Twitter, y con comprobar que no tiene cojones de contestar. El valeroso "ideólogo" del asesinato.Había más prendas. Muchos. Como este, para mi no conocido, que se apoyaba en la idea zapatera, o pachiana, de que Otegui es un campeón de “la paz”.
También sin respuesta, claro. Y de ese tenor discurrió el alegre evento.Lo que pasa es que una cosa son las imbecilidades que no tienen respuesta, y otra es la canallada de santificar el asesinato. Canallada que no sorprende ni mucho ni poco en el mundo etasuno. Su diferencia con los nazis es que ellos han asesinado a mucha más gente antes de llegar al poder. O aplaudido a los que asesinaban. Pero sí sorprende en los Pascuales Prostitucionales, y en los que van llorando de emoción por los mítines y desde ciertos gobiernos autonómicos. Porque si partimos de la estrategia de que no hay bajeza suficientemente baja como para no usarla si se le puede sacar partido, el envilecimiento moral está asegurado.
Y así estamos, con un cuarto de la población que “comprende”, otro cuarto que santifica, otro cuarto que llora de la emoción, y el último que no sabe muy bien cómo se llama. ¿Qué otra cosa se puede esperar que Nazilandia? Ni siquiera va a ser un consuelo cuando sean (también) pasados por la piedra los “comprendedores”, que se creían recogenueces, y los llorones, tan emocionados ellos. Eso sí, no vamos a dejar de llamar asesinato al asesinato; aplaudidor de asesinos al tal; “comprendedor” al que quería recoger las nueces - y ya ves; y tonto del culo, por decirlo con mucha suavidad, al llorón que cree que puede ser muy listo y que con los nazis se puede jugar y ganar.