Juzgado y sentenciado.
Ni siquiera aunque añada, como para contentar a todos, que ”si aparecieran nuevas pruebas se actuaría en consecuencia y se reabriría”. ¿Habrá que recordarle al ministro que no se ha juzgado “el 11-M”, sino a una serie de sospechosos de participar en el mismo? ¿Y que el resultado del juicio es la condena de uno entre trece terroristas que pusieron las bombas? ¿A eso le llama un caso “juzgado y sentenciado”? No sé, parece que mejor se dedicaría a otra cosa, porque de justicia, o policía (su paso previo), no parece que sepa nada.
Da vergüenza tener que decir cosas así, pero la labor de la policía, y por tanto de su ministro, es resolver los delitos. En primer lugar averiguando lo que ha pasado. Y en segundo lugar, poniendo delante de la justicia a unos sospechosos que esta acepte como culpables, y condene. ¿Quiere agarrase a la nebulosa de los suicidas de Leganés? Pues eran siete. Y al único que cogieron vivo, no participó en los atentados, según dice la justicia misma. Que, sí, es cierto, también añade: “algunos de los muertos en Leganés debieron de …”
¿Cuántos son “algunos de”, entre siete, cuando el único caso conocido del grupo, no puso bomba? ¿Tres? ¿Dos? ¿Uno? Pues que haga el ministro las cuentas, a ver cuántos le dan. Porque incluso si tiene la teoría de que la poli está para mirar para otra parte, y quiere creer en los siete de Leganés al completo, contra toda evidencia, le quedan cinco bombas sin aclarar. O sea, que en la más optimista de las situaciones le queda por resolver un 38% del caso. Una monada.
Pero nos dice que “es un tema juzgado y sentenciado”, salvo que aparezcan nuevas pruebas. ¿Las está buscando? Pregunto. Porque las pruebas no suelen tener mucha costumbre de “aparecer” por sí mismas. Normalmente solo “aparecen” cuando hay detrás un equipo eficiente buscando y rastreando con gran tesón. Y recursos para el equipo. Esas minucias de las que se tienen que encargar … ¡joder, los ministros! ¿Pero cómo se puede esperar que un ministro que considera el tema “juzgado y sentenciado” esté preocupado por asegurar que hay el mejor equipo posible resolviendo el caso, y que está suficientemente dotado? La respuesta recuerda mucho más a aquel famoso “ni hay pruebas, ni las habrá”. Al menos, la pinta es que está haciendo todo lo posible por ello. Por ejemplo decir, con un par, que no hay más caso. Mientras no “aparezcan” más pruebas por arte de magia, etc.
Una para periodistas. Para los pocos que no esconden que sí hay caso. Luis del Pino, el Mundo, EsRadio, por ahí. ¿No sería hora de empezar a atosigar al ministro, preguntándole todos los días qué está haciendo hace para pillar a los -entre 5 y 11 – que faltan? ¿Y de averiguar, al menos policialmente, cuántos de los de Leganés, si acaso alguno? Porque con ese “al menos algunos … debieron” de la sentencia, nos quedamos con la duda de si hemos resuelto, de momento, o un triste 68% del caso, o un escandaloso 8%. Tampoco sería ninguna broma empezar a pedir la dimisión de Fernández Díez. Vamos, que quede el ministro juzgado y sentenciado por la opinión pública.
En los atentados del 11-S murieron todos los autores directos, evidentemente, en los aviones. Eso no indujo a las autoridades USA a cruzarse de brazos, y a que como no se puede juzgar a los muertos, ahorrarse un estudio minucioso y convincente de quién hizo qué, cuándo y cómo. ¿Ha visto Fernández Díez una lista que establezca el nombre de quien puso cada bomba (esté vivo o muerto, detenido o libre), y los detalles necesarios para llegar a un conocimiento razonablemente completo? Yo tampoco. Como él, sólo he visto una lista donde figura una bomba y un nombre. Una entre trece. Y hasta que no pueda presentar esa lista completa, que es su deber, o explicar por qué no puede llegar más allá, que olvide para siempre soñar con un “tema juzgado y sentenciado”. O que dimita.