La pantomima
¡Vaya!, Santiago González nos recuerda en twitter la fecha del nacimiento de la nación vasca de siete mil años. Se me había vuelto a pasar. Y es que mi cultura religioso - festiva es muy mejorable.
La vieja historia conocida, pero que se debería de conocer aun más.
Tal día como ayer, Sabino tuvo una revelación. Era el domingo de Pascua de 1882 y, mientras paseaba con su hermano Luis por el jardincillo de su casa de Abando, le fue revelada la verdad. «Bendito el día en el que conocí a mi patria y eterna gratitud a quien me sacó de las tinieblas extranjeristas», escribió años después. Y añadió: «Mi mente, comprendiendo que mi hermano conocía más que yo la historia y que no era capaz de engañarme, entró en la fase de la duda y concluí prometiéndole estudiar con ánimo sereno la historia de Bizkaya y adherirme firmemente a la verdad».
Total, que cuelgo como comentario una vieja idea de Avinareta, para ver si surge ambiente, y resulta que no era el blog de Santi, sino otro sitio para poner lo que escribe en El Mundo.
Donde no parece que haya comentarios, y están moderados. Así que para eso, mejor lo pongo aquí.–
Otro año que se nos ha escapado.
Tengo un grupo de amigos con el que también hemos llegado a una revelación. Pero no por el camino sabiniano de la iluminación, sino literalmente a hostias. Y es el convencimiento de que en Vizcaya, y gracias a la desidia de los que no estamos iluminados como Arana, o eres nacionalista o eres un pringado. Hay que ser nacionalista, sí o sí.
¡Pues vaya descubrimiento!, – dirá alguno. Y es cierto, no es gran cosa. Todo el mundo lo sabe. Pero la revelación tiene una segunda parte, y es que si todo el mundo lo sabe, ¿por qué no todo el mundo es nacionalista? Y es por timidez.
Tal cual, como lo oís. El vasco es porfiado, pero a menudo tímido. Y muchos sentimos como imposible pretender que hemos tenido una revelación en el jardín, y que la luz nos ha convencido de semejante payasada. Nos parece que ni siquiera un nacionalista de verdad se puede tragar tal conversión, y que tal vez sea peligroso intentarlo. Ya sabemos cómo las gastan.
¿Y entonces, qué hacer? Y aquí viene la clave de nuestra revelación. ¡Una pantomima convincente! Hay que despejar cualquier duda que pueda tener el nacionalista, y darle una razón para aceptar la conversión. Hemos pensado que puede convenir un timo tecnológico, ya que son, como buenos paletos, muy aficionados. Se trata de ponerse un casco fantasioso de moto, al que se le adosan toda suerte de antenas mágicas. De reflexión, lineales, de dipolo, yagi, la leche. Y de esa guisa se presenta una manada de ciervos en los jardines de Albia, en su fecha, frente a la estatua de Sabinchu, a recibir el mensaje. Tal vez con un poco de teatro – ¡lo veo, lo siento, por fin!
Todo convenientemente anunciado y grabado en Youtube, porque hoy parece que las cosas, sin el tubo, no existen.
Este año se nos ha escapado. Tal vez avise el año que viene, a tiempo, por si algún otro se apunta.
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