¿Cárcel y leyes, para qué?
De un comentario de ..
Al
Yo puedo aportar mi granito de arena en esta cuestión de quienes son responsables y lo que se echa en falta que entren en el trullo y paguen este desastre, aquí todos estamos perdiendo mucho.Justo antes de estallar la burbuja inmobiliaria y que saltase a la calle el notición de que lo “imposible” estaba a punto de ocurrir, que paraba al fin el incremento bestial del precio de la vivienda, tuve que comprar un piso y pedir unos pocos millones (4,5) a la banca, recurriendo a un crédito personal claro, no tenía sentido hacerlo con uno hipotecario y poner el piso de garantía con un valor diez veces superior.
Mi sorpresa vino cuando la caja y los dos bancos en que tantee las condiciones que me ofrecían ese crédito personal se empeñaron de manera obsesiva en convencerme de que pidiese una cantidad mucho mayor.
Me insistieron una y otra vez en todos los sitios donde estuve de forma realmente agresiva en que hipotecase la casa y pidiese cinco o seis veces más, con el argumento sobre todo de que “iba a ahorrar dinero” en futuros impuestos, intereses, o devoluciones de hacienda, y esos cálculos abstrusos que me tomé la molestia de comprobar, tal era su insistencia, para ver que encima era mentira, así con todas las letras.
Tuve que aguantar horas de intento de lavado de cerebro para rechazar una y otra vez el “generoso” ofrecimiento de un préstamo mucho mayor.
Señalo otra vez por si a alguien se le escapa que era el mismo año en que saltó el estallido de la burbuja inmobiliaria, y que por supuesto los bancos y las cajas sabían perfectamente lo que estaba a punto de pasar. Y sin embargo insistían a sus clientes en que se comprometieran por encima de sus posibilidades, con un riesgo disparatado, adornando la soga para ahorcarlos, literalmente. Si les hubiera hecho caso, y bien que me costó aguantar sus envites, ahora sería de esos que se quedan en la calle, sin casa, y encima deben dinero al banco.
Lo justo sería ahora coger un bate de beisbol e ir a la caja a reventar cabezas. Al menos las de los directivos, los empleados no se si merecen menos, hay que obedecer a quien te paga, pero cumplían los objetivos con entusiasmo y sabían perfectamente, también, lo que estaba a punto de ocurrir. Llevaban años comentando siempre que había ocasión la disparatada cifra de endeudamiento de todo pichichi a cuenta del ladrillo. Lo de destinar un sueldo en la pareja para pagar el crédito del piso, vamos, superando en casi el doble el riesgo máximo admitido siempre para los créditos. Y su lógico acojono.
Y sin embargo insistían en prestar lo que sabían no se iba a poder pagar.
Ni la mafia calabresa lo hubiera hecho mejor.
¿Y no hay nadie en la cárcel todavía?
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